En este sitio hallarán los programas correspondientes a los cursos 2012 / 2011 / 2010 de Literatura a cargo de la Prof. Carmen Ramírez, además de apuntes y consignas de trabajo. LICEO PEDRO L. IPUCHE de Santa Clara de Olimar y LICEO ENRIQUE ALZUGARAY de Cerro Chato.
Ayuden a que el sitio mejore y crezca aportando sus comentarios, participando. GRACIAS

martes, 22 de junio de 2010

TEMARIO DE LAS PRUEBAS

LITERATURA 1ro BD:
TEMARIO DE LA PRIMERA PRUEBA
• Concepto de héroe (especialmente hacer énfasis en el héroe medieval)
• Aventura arquetípica del héroe, aplicada a un personaje de “El Señor de los Anillos”
• Los Cantares de Gesta (origen y características; protagonistas)
• “El Cantar de Mio Cid”: análisis de las series 1 a 4 y 34-35.

LITERATURA
2do BD BIOLÓGICO / HUMANÍSTICO
Temario de la Primera Prueba
• La épica griega (característica del género).
• El héroe y sus características (incluye estudio de fichas temáticas).
• Concepto de ARETÉ (incluido en las fichas temáticas)
• “La Ilíada” de Homero: análisis de los cantos I y XXII
• Características de la religión hebrea.
• Análisis del salmo 137

LITERATURA 3RO BD (DERECHO/MEDICINA)
TEMARIO DE LA PRIMERA PRUEBA
• La Ilustración. Racionalismo . Encliclopedismo.
• VOLTAIRE. Análisis de Zadig o El Destino (Cap. 1)
• WALT WHITMAN. Análisis de los poemas “Oh Capitán, mi Capitán” y “Desbordante de vida ahora”

TEMARIO DE LAS PRUEBAS

LITERATURA 1ro BD:
TEMARIO DE LA PRIMERA PRUEBA
• Concepto de héroe (especialmente hacer énfasis en el héroe medieval)
• Aventura arquetípica del héroe, aplicada a un personaje de “El Señor de los Anillos”
• Los Cantares de Gesta (origen y características; protagonistas)
• “El Cantar de Mio Cid”: análisis de las series 1 a 4 y 34-35.

LITERATURA
2do BD BIOLÓGICO / HUMANÍSTICO
Temario de la Primera Prueba
• La épica griega (característica del género).
• El héroe y sus características (incluye estudio de fichas temáticas).
• Concepto de ARETÉ (incluido en las fichas temáticas)
• “La Ilíada” de Homero: análisis de los cantos I y XXII
• Características de la religión hebrea.
• Análisis del salmo 137

LITERATURA 3RO BD (DERECHO/MEDICINA)
TEMARIO DE LA PRIMERA PRUEBA
• La Ilustración. Racionalismo . Encliclopedismo.
• VOLTAIRE. Análisis de Zadig o El Destino (Cap. 1)
• WALT WHITMAN. Análisis de los poemas “Oh Capitán, mi Capitán” y “Desbordante de vida ahora”

jueves, 10 de junio de 2010

Para 4to año. Romances

ROMANCE DE GERINELDO Y LA INFANTA

—Gerineldo, Gerineldo,
paje del rey más querido,
quién te tuviera esta noche
en mi jardín florecido.
Válgame Dios, Gerineldo,
cuerpo que tienes tan lindo.
—Como soy vuestro criado,
señora, burláis conmigo.
—No me burlo, Gerineldo,
que de veras te lo digo.
—¿Y cuándo, señora mía,
cumpliréis lo prometido?
—Entre las doce y la una
que el rey estará dormido.
Media noche ya es pasada.
Gerineldo no ha venido.
«¡Oh, malhaya, Gerineldo,
quien amor puso contigo!»
—Abráisme, la mi señora,
abráisme, cuerpo garrido.
—¿Quién a mi estancia se atreve,
quién llama así a mi postigo?
—No os turbéis, señora mía,
que soy vuestro dulce amigo.
Tomáralo por la mano
y en el lecho lo ha metido;
entre juegos y deleites
la noche se les ha ido,
y allá hacia el amanecer
los dos se duermen vencidos.
Despertado había el rey
de un sueño despavorido.
«O me roban a la infanta
o traicionan el castillo.»
Aprisa llama a su paje
pidiéndole los vestidos:
«¡Gerineldo, Gerineldo,
el mi paje más querido!»
Tres veces le había llamado,
ninguna le ha respondido.
Puso la espada en la cinta,
adonde la infanta ha ido;
vio a su hija, vio a su paje
como mujer y marido.
«¿Mataré yo a Gerineldo,
a quien crié desde niño?
Pues si matare a la infanta,
mi reino queda perdido.
Pondré mi espada por medio,
que me sirva de testigo.»
Y salióse hacia el jardín
sin ser de nadie sentido.
Rebullíase la infanta
tres horas ya el sol salido;
con el frior de la espada l
a dama se ha estremecido.
—Levántate, Gerineldo,
levántate, dueño mío,
la espada del rey mi padre
entre los dos ha dormido.
—¿Y adónde iré, mi señora,
que del rey no sea visto?
—Vete por ese jardín
cogiendo rosas y lirios;
pesares que te vinieren
yo los partiré contigo.
—¿Dónde vienes, Gerineldo,
tan mustio y descolorido?
—Vengo del jardín, buen rey,
por ver cómo ha florecido;
la fragancia de una rosa
la color me ha devaído.
—De esa rosa que has cortado
mi espada será testigo.
—Matadme, señor, matadme,
bien lo tengo merecido.
Ellos en estas razones,
la infanta a su padre vino:
—Rey y señor, no le mates,
mas dámelo por marido.
O si lo quieres matar
la muerte será conmigo.

******************************************************

Romance del veneno de Moriana


Madrugaba don Alonso
a poco del sol salido;
convidando va a su boda
a los parientes y amigos;
a las puertas de Moriana
sofrenaba su rocino:
—Buenos días, Moriana.
—Don Alonso, bien venido.
—Vengo a brindarte Moriana,
para mi boda el domingo.
—Esas bodas, don Alonso,
debieran de ser conmigo;
pero ya que no lo sean,
igual el convite estimo,
y en prueba de la amistad
beberás del fresco vino,
el que solías beber
dentro en mi cuarto florido.
Moriana, muy ligera
en su cuarto se ha metido;
tres onzas de solimán
con el acero ha molido,
de la víbora los ojos,
sangre de un alacrán vivo:
—Bebe, bebe, don Alonso,
bebe de este fresco vino.
—Bebe primero, Moriana,
que así está puesto en estilo.
Levantó el vaso Moriana,
lo puso en sus labios finos;
los dientes tiene menudos,
gota dentro no ha vertido.
Don Alonso, como es mozo,
maldita gota ha perdido.
—¿Qué me diste, Moriana,
qué me diste en este vino?
¡Las riendas tengo en la mano
y no veo a mi rocino!
—Vuelve a casa, don Alonso,
que el día ya va corrido
y se celará tu esposa
si quedas acá conmigo.
—¿Qué me diste, Moriana,
que pierdo todo el sentido?
¡Sáname de este veneno,
yo me he de casar contigo!
—No puede ser, don Alonso,
que el corazón te ha partido.
—¡Desdichada de mi madre
que ya no me verá vivo!
—Más desdichada la mía
desque te hube conocido.


********************************



ROMANCE XII DE DOÑA URRACA,
CERCADA EN ZAMORA
¡Rey don Sancho, rey don Sancho,
ya que te apuntan las barbas,
quien te las vido nacer
no te las verá logradas!
Don Fernando apenas muerto,
Sancho a Zamora cercaba,
de un cabo la cerca el rey,
del otro el Cid la apremiaba.
Del cabo que el rey la cerca
Zamora no se da nada;
del cabo que el Cid la aqueja
Zamora ya se tomaba;
corren las aguas del Duero
tintas en sangre cristiana.
Habló el viejo Arias Gonzalo,
el ayo de doña Urraca:
—Vámonos, hija, a los moros
dejad a Zamora salva,
pues vuestro hermano y el Cid
tan mal os desheredaban.
Doña Urraca en tanta cuita
se asomaba a la muralla,
y desde una torre mocha
el campo del Cid miraba.




ROMANCE XIII EN QUE DOÑA URRACA RECUERDA CUANDO EL CID SE CRIABA CON ELLA EN SU PALACIO EN ZAMORA
—¡Afuera, afuera, Rodrigo,
el soberbio castellano!
Acordársete debría
de aquel buen tiempo pasado
que te armaron caballero
en el altar de Santiago,
cuando el rey fue tu padrino,
tú, Rodrigo, el ahijado;
mi padre te dio las armas,
mi madre te dio el caballo,
yo te calcé espuela de oro
porque fueses más honrado;
pensando casar contigo,
¡no lo quiso mi pecado!,
casástete con Jimena,
hija del conde Lozano;
con ella hubiste dineros,
conmigo hubieras estados;
dejaste hija de rey
por tomar la de un vasallo.
En oír esto Rodrigo
volvióse mal angustiado:
—¡Afuera, afuera, los míos,
los de a pie y los de a caballo,
pues de aquella torre mocha
una vira me han tirado!,
no traía el asta hierro,
el corazón me ha pasado;
¡ya ningún remedio siento,
sino vivir más penado!

miércoles, 9 de junio de 2010

MODERNIZANDO EL CASTELLANO



Modernisando el kasteyano.

La Real Academia de la Lengua dará a conocer próximamente la reforma modelo de la ortografía española. Esta columna obtuvo, con carácter exclusivo, un documento reservado que revela cómo se llevará a cabo dicha reforma. El programa tiene alguna inspiración, al parecer, en un plan quinquenal que alguien propuso para la germanización del inglés. Será, pues, una enmienda paulatina, que entrará en vigor poco a poco, para evitar confusiones. La reforma hará mucho más simple el castellano de todos los días, pondrá fin a los problemas de ortografía que tienden trampas a boxeadores, economistas y arquitectos, y hará que nos entendamos de manera universal quienes hablamos esta noble lengua. De acuerdo con el expediente secreto, la reforma se introducirá en las siguientes cinco etapas anuales:
1. Supresión de las diferencias entre c, s, z y k:
Komo despegue del plan, todo sonido parecido al de la k (este fonema tiene su definición téknika lingüístika, pero konfundiría mucho si la mencionamos akí) será asumido por esta letra. En adelante, pues, se eskribirá kasa, keso, Kijote.
También se simplifikará el sonido de s en este úniko signo. Kon lo kual sobrarán la c y la z: "el sapato de Sesilia es asul." Desapareserá la doble c y será reemplasada por x: "Tuve un axidente en la Avenida Oxidental".
Grasias a esta modifikasión los españoles no tendrán ventajas ortográfikas por su estraña pronunsiasión de siertas letras.
2. Se funden la b kon la v, así komo la ye kon la elle:
No existe en español diferensia alguna entre el sonido de la b larga y la v chikita. Por lo kual, a partir del segundo año, desapareserá la v y beremos kómo bastará con la b para ke bibamos felises y kontentos. Pasa lo mismo kon la elle y la ye. Sobra la elle. Todo se eskribirá con y: "Yébeme de paseo a Sebiya, señor Biyar". Esta integrasión probokará agradesimiento general de kienes hablan kasteyano, desde Balensia hasta Bolibia. Toda b será de baka, toda b será de burro.
3. Erre es erre; fuera la hache; fusión de g y jota:
A partir del tercer año, y para mayor konsistensia, todo sonido de erre se eskribirá kon doble r: "Rroberto rregala un rradio". Asimismo, la hache, kuya presensia es fantasma en nuestra lengua, será eliminada. Nuestros ijos ya no tendrán ke pensar kómo se eskribe sanaoria, y se akabarán esas complikadas y umiyantes distinsiones entre "echo" y "hecho". Ya no abrá ke desperdisiar más oras de estudio en semejante kuestión ke nos tenía artos.
Tampoko en la diferensia entre la g y la j, ke muchas beses suenan igual. Aora todo ba con jota: "El jeneral jestionó la jerensia". No ay duda de ke esta sensiya modifikasión ará que ablemos y eskribamos todos con más rregularidad y más rrápido rritmo.
4. Abolisión de tildes; muerte a konsonantes finales:
Orrible kalamidad del kastellano, en jeneral, son las tildes o asentos. Esta sancadiya kotidiana jenerará una axion desisiba en la rreforma; aremos komo el ingles, que a triunfado unibersalmente sin tildes. Kedaran eyas kanseladas desde el kuarto año, y abran de ser el sentido komun y la intelijensia kayejera los ke digan a ke se rrefiere kada bocablo. Berbigrasia: "¡Komo komo komo komo!".
Tambien seran proibidas siertas konsonantes finales ke inkomodan y poko ayudan al siudadano. Asi, se dira: "¿ke ora es en tu relo?", "As un ueko en la pare" y "La mita de los aorros son de eya".
5. Eliminasion de la d interbokalika del partisipio pasao y kanselasion de artikulos:
El uso a impuesto ya ke no se diga "bailado" sino "bailao", "nacido" sino "nacio" y "venido" sino "venio". Kabisbajos aseptaremos esta kostumbre bulgar, ya ke es el pueblo yano el ke manda, al fin y al kabo; desde el kinto año kedaran suprimidas esas des interbokalikas ke la jente no pronunsia.
Ademas, y konsiderando ke el latin no tenia artikulos y nosotros no debemos inbentar kosas que nuestro padre latin rrechasaba, kasteyano karesera de artikulos. Sera poko enrredao en prinsipio, y ablaremos komo futbolistas yugoslabos, pero despues niños, niñas de kolegios, beran ke tareas eskolares rresultan mas fasiles.
Profesores terminaran benerando akademikos ke an desidio aser rreformas klabes para ke seres umanos ke bibimos en nasiones ispanoablantes gosemos berdaderamente el idioma de Serbantes y Kebedo.
Eso si: nunka aseptaremos ke potensias estranjeras token kabeyos de letra eñe. Eñe rrepresenta balores mas elebados de tradision kultural ispanika y primero kaeremos kadaberes ke aseptar bejamenes a simbolo ke a sio korason bibifikante de istoria kastisa. ¡Kon eñe ay lus en poterna y guardian en eredad!
TOMADO DE El País Cultural ( ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Y NO SE HAGAN ILUSIONES PORQUE ES EN BROMA!!!!!!!!)

Para 3er año. BIOGRAFÍA DE Juan Rulfo




A Juan Rulfo le bastaron una novela y un libro de cuentos para ocupar un lugar de privilegio dentro de las letras hispanoamericanas. Creador de un universo rural inconfundible, el narrador plasmó en sus narraciones no sólo las peculiaridades de la idiosincrasia mexicana, sino también el drama profundo de la condición humana. El llano en llamas (1953) reúne quince cuentos que reflejan un mundo cerrado y violento donde el costumbrismo tradicional se desplaza para vincularse con los mitos más antiguos de Occidente: la búsqueda del padre, la expulsión del paraíso, la culpa original, la primera pareja, la vida, la muerte. Pedro Páramo (1955) trata los mismos temas de sus relatos, pero los traslada al ámbito de la novela rodeándolos de una atmósfera macabra y poética. Este libro ostenta, además, una prodigiosa arquitectura formal que fragmenta el carácter lineal del relato.
La mítica ciudad de Comala sirve de escenario para la novela y algunos cuentos de Juan Rulfo. Su paisaje es siempre idéntico, una inmensa llanura en la que nunca llueve, valles abrasados, lejanas montañas y pueblos habitados por gente solitaria. Y no es difícil reconocer en esta descripción las características de Sayula, en el Estado de Jalisco, donde el 16 de mayo de 1918 nació el niño que, más tarde, se haría famoso en el mundo de las letras. Su nombre completo era Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno.

Juan Rulfo dividió su infancia entre su pueblo natal y San Gabriel (así se llamaba la actual Ciudad Venustiano Carranza), donde realizó sus primeros estudios y pudo contemplar algunos episodios de la sublevación cristera, violento levantamiento que, al grito de "¡Viva Cristo Rey!" y ante el cómplice silencio de las autoridades eclesiásticas, se opuso a las leyes promulgadas por el presidente Calles para prohibir las manifestaciones públicas del culto y subordinar la Iglesia al Estado.

Rulfo vivió en San Gabriel hasta los diez años, en compañía de su abuela, para ingresar luego en un orfanato donde permaneció cuatro años más. Puede afirmarse, sin temor a incurrir en error, que la rebelión de los cristeros fue determinante en el despertar de su vocación literaria, pues el sacerdote del pueblo, con el deseo de preservar la biblioteca parroquial, la confió a la abuela del niño. Rulfo tuvo así a su alcance, cuando apenas había cumplido los ocho años, todos aquellos libros que no tardaron en llenar sus ratos de ocio.

A los dieciséis años intentó ingresar en la Universidad de Guadalajara, pero no pudo hacerlo pues los estudiantes mantuvieron, por aquel entonces, una interminable huelga que se prolongó a lo largo de año y medio. En Guadalajara publicó sus primeros textos, que aparecieron en la revista Pan, dirigida por Juan José Arreola. Poco después se instaló en México D.F., ciudad que, con algunos intervalos, iba a convertirse en su lugar de residencia y donde, el 7 de enero de 1986, le sorprendería la muerte.

Ya en la capital, intentó de nuevo entrar en la universidad, alentado por su familia a seguir los pasos de su abuelo, pero fracasó en los exámenes para el ingreso en la Facultad de Derecho y se vio obligado a trabajar. Entró entonces en la Secretaría de Gobernación como agente de inmigración; debía localizar a los extranjeros que vivían fuera de la ley. Desempeñó primero sus funciones en la capital para trabajar luego en Tampico y Guadalajara y recorrer, más tarde, durante dos o tres años, extensas zonas del país, entrando así en contacto con el habla popular, los peculiares dialectos, el comportamiento y el carácter de distintas regiones y grupos de población.
Esta vida viajera, este contacto con la múltiple realidad mexicana, fue fundamental en la elaboración de su obra literaria. Más tarde, y siempre en la misma Secretaría de Gobernación, fue trasladado al Archivo de Migración. Rulfo se ganó la vida en trabajos muy diversos: estuvo empleado en una compañía que fabricaba llantas de hule y también en algunas empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras. Simultáneamente, dirigió y coordinó diversos trabajos para el Departamento Editorial del Instituto Nacional Indigenista y fue también asesor literario del Centro Mexicano de Escritores, institución que, en sus inicios, le había concedido una beca.

La obra de Juan Rulfo, pese a constar sólo de dos libros, le valió un general reconocimiento en todo el mundo de habla española, reconocimiento que se concretó en premios tan importantes como el Nacional de Letras (1970) y el Príncipe de Asturias de España (1983); fue traducida a numerosos idiomas. En 1953 apareció el primero de ellos, El llano en llamas, que incluía diecisiete narraciones (algunas de ellas situadas en la mítica Comala), que son verdaderas obras maestras de la producción cuentística.

Cuando, en 1955, aparece Pedro Páramo, la única novela que escribió Juan Rulfo, el acontecimiento señala el final de un lento proceso que ha ocupado al escritor durante años y que aglutina toda la riqueza y diversidad de su formación literaria. Una formación que ha asimilado deliberadamente las más diversas literaturas extranjeras, desde los modernos autores escandinavos, como Halldor Laxness y Knut Hamsun, hasta las producciones rusas o estadounidenses. Basta con acercarse a la novela, de estructura más poética que lógica, que ha sido tachada de confusa por algunos críticos, para comprender la paciente laboriosidad del autor, el minucioso trabajo que su redacción supuso y que le exigió rehacer numerosos párrafos, desechar páginas y páginas ya escritas.

Desde 1955, año de la aparición de Pedro Páramo, Rulfo anunció, varias veces y en épocas distintas, que estaba preparando un libro de relatos de inminente publicación, Días sin floresta, y otra novela titulada La cordillera, que pretendía ser la historia de una inexistente región de México desde el siglo XVI hasta nuestros días. Pero el autor no volvió a publicar libro alguno. En una entrevista de 1976, Rulfo confesó que la novela proyectada había terminado en la basura. De vez en cuando, algunos textos suyos aparecían en las páginas de las publicaciones periódicas dedicadas a la literatura. Así, en septiembre de 1959, la Revista Mexicana de Literatura publicó con el título de Un pedazo de noche un fragmento de un relato de tema urbano; mucho más tarde, en marzo de 1976, la revista ¡Siempre! incluía dos textos inéditos de Rulfo: una narración, El despojo, y el poema La fórmula secreta.
Pero esta escasa producción literaria ha servido de inspiración y base para una considerable floración de producciones cinematográficas, adaptaciones de cuentos y textos de Rulfo que se iniciaron, en 1955, con la película dirigida por Alfredo B. Crevenna, Talpa, cuyo guión es una adaptación de Edmundo Báez del cuento homónimo del escritor. Siguieron El despojo, dirigida por Antonio Reynoso (1960); Paloma herida, que, con argumento rulfiano, dirigió el mítico realizador mexicano Emilio Indio Fernández; El gallo de oro (1964), dirigida por Roberto Gavaldón, cuyo guión sobre una idea original del autor fue elaborado por Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. En 1972, Alberto Isaac dirigió y adaptó al cine dos cuentos de El llano en llamas y en 1976 se estrenó La Media Luna, película dirigida por José Bolaños que supone la segunda versión cinematográfica de la novela Pedro Páramo.

Fueron tantas las reacciones periodísticas y las notas necrológicas que se publicaron después de la muerte de Rulfo que con ellas se elaboró un libro titulado Los murmullos, antología periodística en torno a la muerte de Juan Rulfo. Póstumamente se recopilaron los artículos que el autor había publicado en 1981 en la revista Proceso.

Para 3er año NO OYES LADRAR LOS PERROS (Cuento)

No oyes ladrar a los perros
(El Llano en llamas, 1953)


—Tú que vas allá arriba, Ignacio, dime si no oyes alguna señal de algo o si ves alguna luz en alguna parte.
—No se ve nada.
—Ya debemos estar cerca.
—Sí, pero no se oye nada.
—Mira bien.
—No se ve nada.
—Pobre de ti, Ignacio.
La sombra larga y negra de los hombres siguió moviéndose de arriba abajo, trepándose a las piedras, disminuyendo y creciendo según avanzaba por la orilla del arroyo. Era una sola sombra, tambaleante.
La luna venía saliendo de la tierra, como una llamarada redonda.
—Ya debemos estar llegando a ese pueblo, Ignacio. Tú que llevas las orejas de fuera, fíjate a ver si no oyes ladrar los perros. Acuérdate que nos dijeron que Tonaya estaba detrasito del monte. Y desde qué horas que hemos dejado el monte. Acuérdate, Ignacio.
—Sí, pero no veo rastro de nada.
—Me estoy cansando.
—Bájame.
El viejo se fue reculando hasta encontrarse con el paredón y se recargó allí, sin soltar la carga de sus hombros. Aunque se le doblaban las piernas, no quería sentarse, porque después no hubiera podido levantar el cuerpo de su hijo, al que allá atrás, horas antes, le habían ayudado a echárselo a la espalda. Y así lo había traído desde entonces.
—¿Cómo te sientes?
—Mal.
Hablaba poco. Cada vez menos. En ratos parecía dormir. En ratos parecía tener frío. Temblaba. Sabía cuándo le agarraba a su hijo el temblor por las sacudidas que le daba, y porque los pies se le encajaban en los ijares como espuelas. Luego las manos del hijo, que traía trabadas en su pescuezo, le zarandeaban la cabeza como si fuera una sonaja. Él apretaba los dientes para no morderse la lengua y cuando acababa aquello le preguntaba:
—¿Te duele mucho?
—Algo —contestaba él.
Primero le había dicho: "Apéame aquí... Déjame aquí... Vete tú solo. Yo te alcanzaré mañana o en cuanto me reponga un poco." Se lo había dicho como cincuenta veces. Ahora ni siquiera eso decía. Allí estaba la luna. Enfrente de ellos. Una luna grande y colorada que les llenaba de luz los ojos y que estiraba y oscurecía más su sombra sobre la tierra.
—No veo ya por dónde voy —decía él.
Pero nadie le contestaba.
E1 otro iba allá arriba, todo iluminado por la luna, con su cara descolorida, sin sangre, reflejando una luz opaca. Y él acá abajo.
—¿Me oíste, Ignacio? Te digo que no veo bien.
Y el otro se quedaba callado.
Siguió caminando, a tropezones. Encogía el cuerpo y luego se enderezaba para volver a tropezar de nuevo.
—Este no es ningún camino. Nos dijeron que detrás del cerro estaba Tonaya. Ya hemos pasado el cerro. Y Tonaya no se ve, ni se oye ningún ruido que nos diga que está cerca. ¿Por qué no quieres decirme qué ves, tú que vas allá arriba, Ignacio?
—Bájame, padre.
—¿Te sientes mal?
—Sí
—Te llevaré a Tonaya a como dé lugar. Allí encontraré quien te cuide. Dicen que allí hay un doctor. Yo te llevaré con él. Te he traído cargando desde hace horas y no te dejaré tirado aquí para que acaben contigo quienes sean.
Se tambaleó un poco. Dio dos o tres pasos de lado y volvió a enderezarse.
—Te llevaré a Tonaya.
—Bájame.
Su voz se hizo quedita, apenas murmurada:
—Quiero acostarme un rato.
—Duérmete allí arriba. Al cabo te llevo bien agarrado.
La luna iba subiendo, casi azul, sobre un cielo claro. La cara del viejo, mojada en sudor, se llenó de luz. Escondió los ojos para no mirar de frente, ya que no podía agachar la cabeza agarrotada entre las manos de su hijo.
—Todo esto que hago, no lo hago por usted. Lo hago por su difunta madre. Porque usted fue su hijo. Por eso lo hago. Ella me reconvendría si yo lo hubiera dejado tirado allí, donde lo encontré, y no lo hubiera recogido para llevarlo a que lo curen, como estoy haciéndolo. Es ella la que me da ánimos, no usted. Comenzando porque a usted no le debo más que puras dificultades, puras mortificaciones, puras vergüenzas.
Sudaba al hablar. Pero el viento de la noche le secaba el sudor. Y sobre el sudor seco, volvía a sudar.
—Me derrengaré, pero llegaré con usted a Tonaya, para que le alivien esas heridas que le han hecho. Y estoy seguro de que, en cuanto se sienta usted bien, volverá a sus malos pasos. Eso ya no me importa. Con tal que se vaya lejos, donde yo no vuelva a saber de usted. Con tal de eso... Porque para mí usted ya no es mi hijo. He maldecido la sangre que usted tiene de mí. La parte que a mí me tocaba la he maldecido. He dicho: “¡Que se le pudra en los riñones la sangre que yo le di!” Lo dije desde que supe que usted andaba trajinando por los caminos, viviendo del robo y matando gente... Y gente buena. Y si no, allí esta mi compadre Tranquilino. El que lo bautizó a usted. El que le dio su nombre. A él también le tocó la mala suerte de encontrarse con usted. Desde entonces dije: “Ese no puede ser mi hijo.”
—Mira a ver si ya ves algo. O si oyes algo. Tú que puedes hacerlo desde allá arriba, porque yo me siento sordo.
—No veo nada.
—Peor para ti, Ignacio.
—Tengo sed.
—¡Aguántate! Ya debemos estar cerca. Lo que pasa es que ya es muy noche y han de haber apagado la luz en el pueblo. Pero al menos debías de oír si ladran los perros. Haz por oír.
—Dame agua.
—Aquí no hay agua. No hay más que piedras. Aguántate. Y aunque la hubiera, no te bajaría a tomar agua. Nadie me ayudaría a subirte otra vez y yo solo no puedo.
—Tengo mucha sed y mucho sueño.
—Me acuerdo cuando naciste. Así eras entonces.
Despertabas con hambre y comías para volver a dormirte. Y tu madre te daba agua, porque ya te habías acabado la leche de ella. No tenías llenadero. Y eras muy rabioso. Nunca pensé que con el tiempo se te fuera a subir aquella rabia a la cabeza... Pero así fue. Tu madre, que descanse en paz, quería que te criaras fuerte. Creía que cuando tú crecieras irías a ser su sostén. No te tuvo más que a ti. El otro hijo que iba a tener la mató. Y tú la hubieras matado otra vez si ella estuviera viva a estas alturas.
Sintió que el hombre aquel que llevaba sobre sus hombros dejó de apretar las rodillas y comenzó a soltar los pies, balanceándolo de un lado para otro. Y le pareció que la cabeza; allá arriba, se sacudía como si sollozara.
Sobre su cabello sintió que caían gruesas gotas, como de lágrimas.
—¿Lloras, Ignacio? Lo hace llorar a usted el recuerdo de su madre, ¿verdad? Pero nunca hizo usted nada por ella. Nos pagó siempre mal. Parece que en lugar de cariño, le hubiéramos retacado el cuerpo de maldad. ¿Y ya ve? Ahora lo han herido. ¿Qué pasó con sus amigos? Los mataron a todos. Pero ellos no tenían a nadie. Ellos bien hubieran podido decir: “No tenemos a quién darle nuestra lástima”. ¿Pero usted, Ignacio?

Allí estaba ya el pueblo. Vio brillar los tejados bajo la luz de la luna. Tuvo la impresión de que lo aplastaba el peso de su hijo al sentir que las corvas se le doblaban en el último esfuerzo. Al llegar al primer tejaván, se recostó sobre el pretil de la acera y soltó el cuerpo, flojo, como si lo hubieran descoyuntado.
Destrabó difícilmente los dedos con que su hijo había venido sosteniéndose de su cuello y, al quedar libre, oyó cómo por todas partes ladraban los perros.
—¿Y tú no los oías, Ignacio? —dijo—. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.

Juan Rulfo
(México, 1918-1986)




sábado, 5 de junio de 2010

CUESTIONARIO PARA 4to AÑO

Este es el cuestionario que forma parte del trabajo sobre el Prólogo al Romancero, realizado por el Prof. Jorge Albistur. Recuerden que el trabajo consta de DOS partes: la primera está formada por el cuestionario y la segunda por el análisis de los romances del Cerco de Zamora (romances 12 y 13)

CUESTIONARIO
  1. ¿Cuál es el origen de la palabra ROMANCE?
  2. ¿Cómo se explica el surgimiento del octosílabo como métrica propia del romance?
  3. ¿Cómo surge el Romancero?
  4. ¿Cuál es el vínculo entre los romances y los Cantares de Gesta?
  5. ¿Por qué el autor afirma que "No ha de creerse,naturalmente" que el etronque delos romances "con la primitiva epopeya garantiza la historicidad del Romancero"?
  6. ¿Cuál es la importancia atribuída a los romances en relación a la época en la cual surgen?
  7. ¿Por qué el gusto por lo suntuoso aparece como característica delos romances?
  8. ¿Cómo se explica y en qué consiste lo que el autor llama "Uso aparentemente caprichoso de los tiempos verbales?
  9. Explique el recurso que el autor llama CONTAMINACIÓN.
  10. ¿Qué época literaria posterior a la Edad Media reivindicó el Romancero, defendiendo su valor histórico-literario?

Este trabajo tendrá valor de escrito y podrá ser realizado en grupos de HASTA cuatro estudiantes.

lunes, 24 de mayo de 2010

LLAMADO A ALUMNOS DE 5TO Y 6TO




La consigna es la siguiente: todo aquel alumno de 5to 0 6to año que consiga realizar un análisis profundo y reflexivo de este poema, donde también se incluyan elementos de análisis formal (recursos), recibirá la calificación de 12, porque realizar un trabajo de esta naturaleza significaría que han llegado a la madurez como estudiantes de la asignatura.
ADVERTENCIA: es 12 o nada

ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Poseidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ella, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.

CONSTANTINOS KAVAFIS


Por. Carmen Ramírez

ANUNCIO PARA 5TO AÑO

El escrito queda fijado para el jueves 3 dejunio a 1ra y 2da. El temario es el ya acordado:
  • epica griega
  • las epopeyas (qué son)
  • Las epopeyas homéricas
  • PAIDEIA de Werner Jäeger (conceptos dados en clase)
  • LA ILÍADA: análisis de los cantos I y XXII

martes, 4 de mayo de 2010

Para 6to año (Acerca de Ray Bradbury)




Un siglo de papel en llamas

En 1953, después que la segunda guerra mundial terminara con los totalitarismos de Italia, Alemania y Japón abriendo el ominosos período del terror atómico, un escritor estadounidense de Illinois, llamado Ray Bradbury, escribió una impresionante novela titulada Fahrenheit 451; el título hace referencia a la temperatura a la que arde el papel.
Bradbury, mal clasificado a veces como escritor de ciencia ficción, es uno de los poetas más poderosos que haya conocido la literatura del siglo XX. En su mejor momento, además, fue un pensador interesante, un agudo intérprete de los hechos sociales de su tiempo y un fabulador genial, capaz de proyectarse hacia un futuro previsible y dibujar sus preocupantes contornos. Con los años se convirtió en un viejo conformista e instalado, de inesperados rasgos fascistoides, racista y homófobo; casi en una contradicción de sí mismo.
El autor de esta nota lo entrevistó en 1988 para el diario El País de Madrid, y salió de la lujuriosa casa del escritor en Santa Mónica con una sensación muy similar a la que sienten los niños cuando se les ha revelado que los Reyes Magos no existen.
Pero en 1953 el joven Bradbury era un poeta vigoroso, un intelectual lúcido y sanamente crítico. Y todo ello se manifestó en su memorable Fahrenheit 451. El autor imaginó un futuro indeterminado en el cual los Estados Unidos se había transformado-curioso empleo de los tiempos verbales; el futuro se evoca en pasado- en una sociedad totalitaria e hipercontrolada, sometida al peligro de una tercera y definitiva guerra mundial. Las casas eran incombustibles, por lo cual los incendios no existían hacía años. Sin embargo, los bomberos se hallaban en plena actividad. Su nueva función era la de quemar libros, cuya posesión por los particulares estaba prohibida. Cuando la policía secreta descubría una biblioteca clandestina, llamaba a los bomberos, los que de inmediato acudía y quemaban la casa subversiva con todos sus elementos.
La vida cultural estaba regida por el Estado a través de la radio y una televisión interactiva omnipresente, cuya pantalla ocupaba toda la pared. En realidad, cada ciudadano podía tener hasta las cuatro paredes de una habitación cubiertas con pantallas televisivas, y el sueño de toda familia de clase media era “ tener la cuarta pared”. Desde la televisión, siempre encendida, los locutores y actores se metía en la realidad del hogar, hablaban directamente con las amas de casa y los niños y emitía un mensaje estupidizante y banal. Había elecciones, por supuesto, pero sólo entre dos candidatos, uno de los cuales era siempre claramente preferible al otro (“Hasta los nombres ayudan-dice la esposa del protagonista en un momento- . Comparen Winston Noble con Hubert Hoag durante diez segundos y ya pueden imaginar el resultado”). Cada movimiento de cada ciudadano estaba férreamente controlado por el Estado policial, que se valía de la tecnología de vanguardia y no dejaba prácticamente resquicio a la disidencia. Los delincuente o fugitivos eran perseguidos por un terrible sabueso mecánico que identificaba a la víctima por la composición química de su cuerpo; cuando lo alcanzaba, le inyectaba una jeringa con procaína inmediatamente mortal.
En este panorama, surgirá y se desarrollará un rebelde, en este caso un bombero llamado Guy Montag. Casado con una mujer alienada y absurda, vive en una felicidad ignorante hasta que, una noche, un encuentro casual con una adolescente sensible y extraña le mueve todo el piso; la chica le hace ver que, después de todo, hay rocío en la hierba de la mañana. Poco tiempo después Montag tiene que quemar una biblioteca y la dueña de casa se hace quemar junto a la misma. Casi por casualidad, llega, en esa horrible velada, a leer una frase en uno de los libros que quema: “El tiempo se ha dormido a la luz de la tarde”. Esas palabras, casi sin sentido para un hombre criado en una cultura sin belleza, le provocan una fuerte conmoción interior, comienza a cuestionarse toda su vida y, por fin, en otro procedimiento, se roba un libro.

Mirad los lirios del campo
Montag lee el libro que ha sustraído (que es nada menos que la Biblia) en el tren neumático en el que viaja de regreso a su casa después del trabajo. La escena es una pieza literaria magistral:
“Bajó la vista y vio que llevaba la Biblia abierta . Había gente en el tren de succión, pero apretó el libro entre las manos y se le ocurrió de pronto aquella idea tonta : si lees con suficiente rapidez, y lo lees todo, quizá quede en el tamiz algo de arena (...). Apretó el libro entre sus puños.
Se oyó el sonido de unas trompetas.
-El dentífrico Denham ....
Cállate- pensó Montag-. Mirad los lirios del campo, cállate, cállate ...
-¡Dentífrico!
Montag abrió bien el libro, alisó las páginas y las tocó como si fuese ciego, siguiendo las formas de las letras, sin parpadear.
-¡Denham! Se deletrea: D-E-N ...
Ellos no trabajan ni ...
El murmullo de la arena caliente a través de un tamiz vacío.
-¡Denham lo hace!
Mirad los lirios, los lirios, los lirios ...
-El detergente dental Denham.
-¡Cállate, cállate, cállate!
Fue un ruego, un grito tan terrible que Montag se puso de pie. Los sorprendidos pasajeros lo miraban fijamente, se apartaban de ese hombre de cara hastiada, de boca seca, que farfullaba algo incomprensible (...) La radio del tren vomitó a trozos sobre Montag una enorme carga de música de latón, cobre, plata, cromo y bronce. La gente era triturada hasta la sumisión; no escapaban, no había a dónde escapar; el tren neumático hundía su cabeza en la tierra”.

Montag termina por romper definitivamente con su entorno, se roba libros y los lee, es denunciado por su propia mujer, se le obliga a quemar su popia casa, se rebela y quema a su jefe, huye, el régimen pone al sabueso mecánico tras sus huellas y conmina a la gente a que abra al mismo tiempo todas las puertas y mire para afuera: “El fugitivo no podrá escapar si todos miran en el próximo minuto”. Por fin, se le hace ver, por televisión, su propia ejecución, una simple realidad virtual que engaña y tranquiliza a la gente. El bombero rebelde llega, por fin, a encontrarse con una comunidad de anacoretas que viven fuera de la ciudad, todavía beben café y memorizan libros; cada uno de ellos es un libro que debe contar de memoria a otro más joven, palabra por palabra, antes de morir. La narración termina con el estallido de la guerra atómica:
“-¡Mire!- gritó Montag.
Y la guerra comenzó y terminó en ese instante. La guerra sólo había sido el rápido susurro de una guadaña. (...) Montag vio el enorme puño de metal que se había alzado sobre la ciudad lejana y supo que enseguida oiría el chillido de las turbinas. El chillido diría, luego del acto: desintegraos, que no quede piedra sobre piedra. Pereced. Morid.
Montag sostuvo las bombas en el cielo durante un único momento. (...) La expresión golpeó el aire sobre el río, derribó a los hombres como una fila de piezas de dominó, alzó el agua en cortinas de espuma, alzó el polvo e hizo que los árboles se quejaran agitados por un viento que pasaba hacia el sur. (...) En ese instante vio la ciudad, en vez de las bombas, en el cielo. Se habían desplazado mutuamente. (...) Y luego la ciudad giró sobre sí misma y cayó, muerta
El sonido de esa muerte llegó más tarde”.
El espléndido delirio de Bradbury termina con un toque de optimismo, con los superviviente- libros ambulantes- marchando hacia un horizonte de reconstrucción.

El árbol de la vida
Hace casi medio siglo que Ray Bradbury escribió su hoy clásica novela. Se tradujo a todos los idiomas, se leyó a través de tres generaciones y se realizó de la misma una aceptable adaptación cinematográfica dirigida por Francois Truffaut. Más allá de sus extraordinarios méritos literarios, cabe preguntarse por las razones de ese impacto.
Los sueños que acunaron el inicio del siglo XX se deshicieron pronto. Si el siglo XVIII fue el de la razón y el XIX el del sentimiento, era de prever que el siglo XX fuera el del equilibrio, la serenidad, la justicia y la sabiduría. En vez de ello, fue el siglo del caos, la destrucción masiva, la tiranía y el odio.
Los aspectos más negros del sueño literario de Ray Bradbury se confirmaron en la convulsa realidad del mundo, antes y después de Fahrenheit 451. Hubo regímenes totalitarios, de derechas y de izquierdas (como si la libertad admitiera manos o tránsitos preferenciales), caudillos carismáticos capaces de llevar a sus pueblos a la catástrofe, como hiciera el señor Winston Noble (se llamaron Mussolini, Stalin, Franco, Ceaucescu, Videla, Idi Amín y un etcétera demasiado largo), ciudades que volaron por los aires (como Hiroshima y Nagasaki), libros quemados públicamente (durante los primeros años del régimen nazi), escritores y periodistas que fueron asesinados por sus ideas y pueblos enteros exterminados por la intolerancia y el racismo (armenios, judíos). Aún no se conoce el sabueso mecánico con su aguja de procaína, pero las inyecciones letales y el pentotal que arranca al prisionero la última esencia de su verdad se han empleado normalmente por parte de ciertos regímenes dictatoriales. Fahrenheit 451 parece, por momentos, un libro de Anderssen o de Perrault, en comparación con la salvaje realidad.
Pero, afortunadamente, también hubo muchos Montag. La rebeldía y el anhelo de libertad y justicia que le es inherente parece ser un fuego tan crepitante y voraz como el de las hogueras que quemaban libros, absurdo intento de quemar las ideas. La historia de la centuria que está agonizando ha sido también la de los pueblos en lucha contra las dictaduras (y en Uruguay se escribieron algunas bellas páginas al respecto), la de los individuos capaces de arriesgar la vida por sus ideales, la de los artistas e intelectuales capaces de reivindicar el siempre comprometido derecho a pensar, escribir y hablar con libertad. El siglo XX es el de Mi lucha de Hitler, pero también el de Rinocerontes de Ionesco, el de El gran dictador, de Chaplin (donde Montag es un barbero que se parece al tirano de turno), el de 1984 de Orwell y el de Fahrenheit 451.
El siglo XX termina, sin embargo, entre sonrisas; derrotados los fascismos, caídos e históricamente condenados los totalitarismos marxistas, es la hora de la democracia. Claro que subsisten dictaduras, claro que aún hay poblaciones enteras que se mueren de hambre, claro que enfermedades como el sida dibujan una improbable-pero no imposible- extinción de la especie humana, claro que hay mucha gente preocupada por la desatención al equilibrio ecológico y el agujero de la capa de ozono. Pero este panorama, comparado con el de hace veinte años, es claramente favorable.
Sin embargo, la terrible profecía de Ray Bradbury no ha sido barrida totalmente por los huracanes de la Historia. No sólo porque la tentación totalitaria subsiste y, como otra Ave Fénix ominosa e inmortal, renace siempre de sus propias cenizas, sino porque hay elementos autoritarios fuertemente enquistados aún en el corazón mismo de las democracias. Es como si la libertad guardase, en su esencia última, su propia negación dialéctica.
Hoy los bomberos no queman libros, pero el hábito de la lectura está en retroceso y mucha gente compra libros para ornar los modulares de su living, escogiéndolos por su tamaño y color. Los medios audiovisuales gozan de estatutos de libertad, pero en la práctica cumplen una función uniformizadora y alienante muy similar a la de las cuatro paredes de la premonición de Bradbury. Los sistemas jurídicos garantizan la igualdad de derechos entre todos los seres humanos, pero en las sociedades más evolucionadas del planeta resurge, pujante, la hidra del racismo y la xenofobia, así como otras formas de intolerancia religiosa e ideológica. El ser humano vive más que nunca y tiene a disposición medios materiales de insólita sofisticación para que su existencia sea más placentera, pero, al mismo tiempo, se ve sumido en una vorágine de consumo y productividad que lo hace poderosamente infeliz. La sociedad industrial ha alcanzado cotas inimaginables de desarrollo en beneficio de la especie, pero, paralelamente, ha puesto sobre el tapete el gran tema de la destrucción del planeta, o, al menos, su habitabilidad. Los ciudadanos, como apuntara con clarividencia Erich Fromm, tienen miedo de usar la libertad y prefieren a veces ampararse en la tutela del Estad, de la religión, del caudillo o de la ideología, que les dicen lo que tienen que hacer y les evitan la incómoda disyuntiva de pensar y tomar decisiones. Por último, el peligro atómico parece hoy en día remoto e improbable, pero lo cierto es que muchas naciones disponen de medios de destrucción jamás imaginados, y esos medios pueden caer en manos de demagogos sin escrúpulos. La posibilidad de que un día estallemos en pedazos no ha desaparecido.
De vez en cuando viene bien evocar los versos de Calderón:
“¿Qué es la vida? Una ilusión
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño.
Que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son”

Una de las imágenes poéticas más fuertes es la que identifica la vida, ese impulso breve y misterioso, con una sombra. Reflejo de algún objeto lejano e indiferente, la sombra adquiere, incluso en el susurro oscuro de la fonética castellana, una realidad propia, autónoma, sugestiva e inquietante. Exactamente igual que los sueños, esos sueños que Calderón identificara con las ilusiones y con la propia vida.
El sombrío relato de Ray Bradbury está ahí , enhiesto sobre el horizonte. Es, aunque no lo parezca, una gran parte del sueño universal de fraternidad, libertad y paz que la especie humana persigue desde tiempos que se pierden en la memoria de los siglos. A tropezones y con terribles retrocesos, esa criatura ávida y ambiciosa que es el Hombre parece avanzar hacia la materialización, sin duda parcial pero inapreciable, de ese sueño ancestral.
“Y del otro lado del río se alzaba el Arbol de la Vida, con doce clases de frutos, y daba sus frutos todos los meses. Y las hojas del árbol eran la salud de las naciones”
Sí, pensó Montag, ese es el fragmento que guardaré para el mediodía. Para el mediodía ... Cuando lleguemos a la ciudad”.
Tal vez algún día, como Montag y sus compañeros transformados en libros ambulantes, seamos capaces de llegar a la ciudad, a esa ciudad acogedora y luminosa en la que nunca, nunca más, arderán los papeles.

Lincoln R. Maiztegui Casas
EL OBSERVADOR
Suplemento LA SEMANA
Sábado 27 de Noviembre de l999

miércoles, 28 de abril de 2010

5to año. ESTRUCTURA DEL CANTO XXII DE "LA ILÍADA"

La composición del canto XXII muestra una estructura circular: comienza con tres discursos atribulados, termina con tres discursos desesperados de los familiares de Héctor y, en medio, una larga muerte.
Estructura (en tres grandes bloques de escenas)
A.Preparativos del combate (versos 1 a 246)
1. Aquiles engañado por Apolo
2. Tres cuadros y tres discursos que “suspenden” la acción.
3. Huída de Héctor y persecución (cortada dos veces por escenas acontecidas en el Olimpo).

B. Bloque central (versos 247 a 404)

1. Combate propiamente dicho
2. Héctor en tierra: súplica y profecía.
3. Los aqueos insultan el cadáver de Héctor.
4. Entonación del peán y retorno de Aquiles, vencedor.
C. Duelo en Troya (versos 404 a 515)
Comprende tres discursos sucesivos: Príamo (padre de Héctor), de Hécuba (madre) y de Andrómaca (esposa).

“En ninguna otra obra épica ocurre que sus héroes principales sean mostrados como aquí Héctor, huyendo aterrorizado, fuera de sí. Y casi no hay héroe en La Ilíada que, junto a su Aristía (momento de esplendor), no tenga también su momento de descorazonamiento, de miedo, de retroceso”
TOMADO DE “HOMERO DE MARIO ÁLVAREZ

miércoles, 21 de abril de 2010

4to año. EL CID




El “Cantar de Mio Cid” es la obra más antigua escrita en lengua castellana que ha llegado a nosotros. Es indudable que no fue este poema el primero de la literatura española, pues tiene unos valores expresivos y un dominio del idioma que sería imposible encontrar en un primer intento literario. Si se lo considera como punto de arranque es justamente porque no se han conservado obras anteriores.
Este Cantar narra las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, héroe castellano. Habría sido compuesto hacia 1140, sólo unos cuarenta años después de la muerte del Cid (1099). Muchos de los que conocieron al Campeador, e incluso algunos de los personajes que aparecen en el poema, vivirían aún cuando éste comenzó a cantarse en las plazas de las aldeas y en los salones de los castillos. El poeta que lo compuso habría tenido noticia directa de las proezas del héroe. Por todo ello, una de las características del poema es su historicidad. Se ha podido comprobar la existencia real de la mayoría de sus personajes, y las hazañas guerreras que en él se narran son, en lo esencial, históricas.
El manuscrito que ha llegado hasta nosotros fue descubierto por un erudito en el siglo XVIII. Es una copia del primitivo Cantar, hecha en el siglo XIV y en la cual figura el nombre de Per Abbat, que se supone es el copista. El manuscrito que se conserva no está completo: falta una página al comienzo y dos más en el interior del mismo.
No se conoce el nombre del autor del Cantar de Mio Cid, aunque según Menéndez Pidal sería obra de dos autores, uno de San Esteban de Gormaz, que hizo una versión más antigua, y otro de Medinaceli, que refundió el poema y le añadió algunas partes menos ajustadas a la realidad histórica.
Hay que destacar el realismo geográfico del poema. Todas las ciudades mencionadas en él existen y se las sitúa correctamente, si bien se citan muchos más nombres y se describen detalladamente las comarcas próximas a San Esteban de Gormaz y Medinaceli, lugares de origen de los supuestos autores.
“El Cantar de Mio Cid” exalta, a través de su héroe, las virtudes más arraigadas en el pueblo castellano y ése es su principal valor como poema nacional: la fidelidad, el amor familiar, la lealtad al rey, la sobriedad en las costumbres. No es un poema escrito para que el pueblo admire las virtudes del rey y de la nobleza sino que en él el pueblo escoge su héroe y lo representa con las virtudes que le resultan más familiares y entrañables.
El estilo es directo, sobrio y expresivo, con grandes aciertos poéticos a pesar de su sencillez. En la descripción de los personajes en particular se manifiesta el realismo que caracteriza al poema. El Campeador no sólo se nos presenta como guerrero invencible, sino como esposo, padre y compañero, que siente gran afecto por los suyos.
Este cantar se diferencia de la épica francesa por la ausencia de elementos sobrenaturales, la moderación con que se conduce su héroe y la relativa verosimilitud de sus hazañas. Además está muy presente la condición de ascenso social mediante las armas que se producía en las tierras fronterizas con los dominios musulmanes. El propio Cid, siendo un infanzón (hidalgo de escasa categoría social), logra sobreponerse a su humilde condición dentro de la nobleza, alcanzando por su esfuerzo prestigio y riquezas, y finalmente un señorío hereditario (Valencia).
El poeta del Cid es espontáneo y no se atiene a normas para componer sus cantos. Los versos tienen distinta métrica (13, 14, 15, 16 sílabas), y la rima es asonante.
ESTRUCTURA DE LA OBRA. Tres partes bien diferenciadas pueden distinguirse en el poema:
Cantar del destierro. El Cid, acusado de no haber entregado los tributos que había recibido del rey moro de Sevilla, es desterrado de Castilla por Alfonso VI. Sale de Vivar, dejando atrás todas sus posesiones y luego de dejar a su mujer Doña Jimena y a sus hijas en el monasterio de San Pedro de Cardeña, sale de Castilla e inicia las campañas contra los moros.
Cantar de las bodas de las hijas del Cid. El Cid se dirige hacia Valencia, venciendo a los moros en numerosas batallas y logra conquistar esta ciudad. Envía presentes al rey Alfonso y le ruega que le permita a su mujer y a sus hijas reunirse con él, pedido al que el rey accede. Los Infantes de Carrión piden en matrimonio a las hijas del Cid, Doña Elvira y Doña Sol, y el rey intercede para que la boda se realice. El rey, además, otorga públicamente su perdón al Cid, el cual nunca ha dejado de considerarse su vasallo, a pesar de haber sufrido destierro.
Cantar de la afrenta de Corpes. Tras haber dado evidentes muestras de cobardía más de una vez ante el Cid y sus caballeros, los Infantes de Carrión, sintiéndose humillados, deciden vengarse del Campeador. Le piden permiso para volver a Carrión con sus esposas y, durante el viaje (en el robledal de Corpes), los infantes despojan de sus vestidos a las muchachas, las azotan y las abandonan allí. Enterado el Cid de la ofensa, pide justicia al rey. Los guerreros del Cid desafían y vencen a los Infantes de Carrión y, con el proyecto de una nueva boda –esta vez entre las hijas del Cid y los Infantes de Navarra y Aragón- termina el poema.
Se puede decir que el TEMA del Cantar del Mio Cid es la honra del héroe.

4to año. LA POESÍA ÉPICA Y LOS CABALLEROS




El caballero cristiano tenía una dignidad casi religiosa dentro del mundo medieval. Las primeras Cruzadas dieron al esfuerzo guerrero unos fines cristianos y trascendentes. Estos guerreros eran Caballeros de Dios, brazos armados de la Cristiandad. El ideal del caballero cristiano debía reunir un buen número de virtudes. Algunas de ellas estaban tomadas de la Antigüedad clásica: moderación, presencia de ánimo, dominio de sí mismo. Otras eran las típicas virtudes heroicas: valor, intrepidez, desprecio del dolor y de la muerte, búsqueda de fama y gloria, además de las virtudes propias del caballero cristiano: la defensa de los débiles, el respeto a la mujer, la generosidad con los enemigos derrotados ….
Otras virtudes, en cambio, se relacionaban con la situación de la nobleza dentro de la sociedad. Los comerciantes –los burgueses- rivalizaban en poder e influencia con la nobleza. La búsqueda de beneficios, el sentido del ahorro y del cálculo, propios de la burguesía, proporcionaron por oposición nuevas virtudes al ideal caballeresco: el desinterés, el desprecio por el afán de lucro, el sentido del honor por encima del provecho.
Cuando los caballeros comienzan a hacer vida cortesana, se encuentran con que el número de mujeres es muy escaso: las doncellas hijas de familia noble se educan en los conventos y la única señora presente es la esposa del dueño del castillo. Esta dama culta y noble, y con frecuencia joven y bella, se convierte así en el centro de atención de los caballeros que forman el séquito de su esposo.
La admiración y el amor –no correspondido- de los caballeros se vierte en una poesía refinada que habla del desdén de la dama y los sufrimientos del caballero. La exhibición de la propia desdicha, el amor inalcanzable y, sobre todo, la consideración del amor como algo que perfecciona y mejora al hombre, serán los temas constantes de esta poesía lírica cortesana.

ANTECEDENTES DE LOS CANTARES DE GESTA MEDIEVALES
Los pueblos germánicos conservaban noticia de sus antepasados mediante cantos guerreros que recordaban sus hazañas. Cuando estos pueblos se asentaron definitivamente en las provincias del vencido Imperio Romano de Occidente conservaron estos cantos y compusieron otros nuevos sobre los sucesos recientes. Estos cantos, que exaltaban las hazañas de los héroes, fueron el origen de los Cantares de Gesta (gesta significa hechos, hazañas).

Los Cantares de Gesta: poesía épica y al mismo tiempo historia e información.
Los clérigos o los hombres cultos de la Edad Media podían conocer los hechos del pasado gracias a las crónicas escritas en latín, pero la mayoría de la gente no sabía leer y su único modo de enterarse de sucesos anteriores o recientes era oyéndolos narrar de viva voz y en lengua vulgar. Esta era una de las tareas que desarrollaban los juglares.
Una batalla, un hecho heroico o cualquier acontecimiento importante eran versificados por un autor contemporáneo en un canto que narraba las partes más sobresalientes de la hazaña o del hecho. La difusión de este canto corría a cargo de los juglares, quienes, a medida que pasaba el tiempo, introducían modificaciones en los versos, suprimían los que no gustaban a la gente y añadían otros nuevos. Estas libertades que se tomaba el juglar con los Cantares de Gesta dieron lugar a dos características de la épica medieval europea: el anonimato y la ficción.
El anonimato. Si el juglar ponía, quitaba y modificaba versos para satisfacer el gusto de los oyentes, los cantares que hoy se conservan no son obras sólo del primer autor, sino también de cada uno de los juglares que retocó el cantar.
La ficción. Cuanto más tiempo pasaba, más libre se sentía el juglar para modificar no ya versos, sino situaciones enteras. ¿Quién se acordaba de lo que realmente había sucedido, cuando los contemporáneos y personajes del cantar habían muerto? Sólo se conservaba un recuerdo vago del asunto y nada impedía que el juglar deleitara a los oyentes haciendo que el héroe, con un solo golpe, aniquilara muchos enemigos a la vez. Se sabe, además, que algunos reyes mandaban recitar fragmentos de los Cantares de Gesta antes de las batallas para estimular a los guerreros con el relato de otras hazañas.
La épica española: realismo
Los Cantares de Gesta castellanos fueron escritos, en general, al poco tiempo de ocurrir los hechos. Por eso, y al contrario de la épica francesa, no hay elementos maravillosos, ni prodigios o fuerzas sobrehumanas de los héroes. El recuerdo de los personajes reales de las historias todavía se mantenía fresco en el recuerdo de la gente, de manera que la ficción es mucho menor que en los Cantares de Gesta franceses como “La chanson de Roland” (El Cantar de Roldán) . Además, el carácter castellano no tiene excesivas tendencias a la fantasía y las fabulaciones.
Extensión, metro y rima de los Cantares de Gesta
La épica española se mantuvo constante en dos aspectos importantes: lla rima asonante y el número irregular de sílabas de sus versos.
La épica francesa empleó en sus comienzos la rima asonante también, pero pronto fue sustituida por la consonante. La igualdad del número de sílabas para cada verso aparece desde el principio.

3er año. EL VIAJE HACIA EL MAR


EL VIAJE HACIA EL MAR de JUAN JOSÉ MOROSOLI


EL VIAJE HACIA EL MAR de JUAN JOSÉ MOROSOLI
A pesar de que habían resuelto partir a las cuatro, Rataplán llegó a las tres. Era el primero en llegar.
En el café había un solo hombre, sentado al lado de la puerta, desconocido para Rataplán, lo que quiere decir que no era del pueblo.
-Buen Día - dijo aquél al entrar.
-Bueno -respondió el otro, y acercó una silla al recién llegado como si le conociera o estuviera esperándole y, tras un silencio, agregó:
-¿Madrugó, eh?
-Sí -respondió Rataplán-, estamos de viaje a la playa.
-¿A qué playa?
-¿Hay más de una?
-¡Uf!... Muchísimas. ¿No conoce el mapa?
-No señor, no lo conozco...
-Pues playas hay muchísimas...
-Habrá. A nosotros nos lleva Rodríguez. ¿No ve que nunca hemos visto el mar?
En ese momento llegaron el rengo "Siete y tres diez" con su perro, y "Leche con fideos", un hombre flaco, pálido, con una barba negrísima, de ocho días, peón de un horno de ladrillos.
Se sentaron junto a Rataplán y el desconocido. Pidieron una caña y al minuto ya estaban participando familiarmente de la conversación.
El desconocido hacía cuentos de tartamudos con los que ellos se destornillaban de risa. Fue Rataplán el que tuvo que pedirle al fin:
-No haga más, por favor... Guarde alguno para la playa...
"Siete y tres diez" se asomaba de rato en rato a la puerta, nervioso por la tardanza de los otros excusionistas.
Rodríguez y el vasco Arriola llegaron cuando ya era día claro.
Aquél -que era el dueño y el conductor del camión- descendió de éste, dejó el motor en marcha y se sumó a la rueda.
El desconocido, que advirtió la presencia de Arriola, se acercó a la puerta e invitó:
-Baje, tome una caña y nos vamos.
-El día va a ser bárbaro e'calor -dijo "Leche con fideos".
-Sí, nos a sacar lonjas -respondió Rodríguez.
Con dificultad, pues estaban muy pesados de caña, los que aguardaban en el café subieron al camión. Después lo hicieron Rodríguez y Arriola y partieron.
El camión, un viejo Ford de bigotes, era uno de esos vehículos que al marchar dan la impresión de andar atravesados, con un juego de adentro hacia afuera en las cuatro ruedas que parecía comunicarse al motor por sus explosiones fuera de ritmo. O tal vez, el motor por algún milagro de la mecánica era el que imprimía a las ruedas aquel movimiento. A guisa de toldo tenía una malla de alambre tejido, pues Rodríguez lo destinaba al transporte de gallinas.
Al lado de Rodríguez -piloto por supuesto- iba el Vasco.
Rodríguez sentía pasión por el mar. Cualquier pretexto le venía bien para llegar a él. No era pescador, ni le atraía el baño en las playas. Le gustaba el mar para verlo y sentarse a sus orillas, fumando en silencio, viendo nacer y morir las olas en un callado gozo.
"Siete y tres diez" era un viejo vendedor de billetes de lotería. Toda su familia la constituía su foxterrier al que había bautizado con el nombre de Aquino -el último cuatrero- como homenaje a éste y, además, porque el perro no podía ver a la policía. Apenas veía un guardiacivil huía ladrando en señal de protesta. Esto agradaba a "Siete y tres diez". Comentándolo decía que Aquino "en eso salía a él"; además tenía la seguridad de que el can era un animal "fino, lo que se dice fino, pues tenía el paladar negro y era rabón de nacimiento" lo que indicaba una segura aristocracia perruna.
Rataplán había sido basurero y ahora estaba jubilado. Era sordo de un oído y le faltaban dos dedos de la mano izquierda. Se los había deshecho una máquina de alambrar siendo mocito. Al revés de "Siete y tres diez" su perro hubiera sido feliz siendo soldado. El apodo le venía de su sostumbre de seguir al batallón en sus defiles por las calles del pueblo, repitiendo en voz baja el sonido del tambor.
El Vasco Juan era un hombre callado. Cuando no había trabajo en el horno acompañaba a Rodríguez en sus viajes a las chacras. Cuando estaba borracho -cosa que no ocurría muy frecuentemente- se le veía blasfemar e insultar a un desconocido- No se sabía de dónde había venido cuando llegó al pueblo. Los del grupo suponían que estos insultos iban dirigidos a alguien a quien había conocido antes, vaya a saber dónde, pues nunca se lo preguntaron. Sabían que no hay nada más sencillamente complicado que un vasco. Y que sólo un vasco -a pesar del alcohol- es capaz de guardar un secreto y hacerse enterrar con él.
Tomaron el camino de la sierra, el que termina en Pan de Azúcar, con sol alto ya. Fue aquí que Rataplán recordó los viajes que hacían los estudiantes y propuso que se cantara algo. Ninguno sabía canción alguna, con excepción del desconocido que sabía muchas, pero todas incomprensibles para ellos. Al fin coincidieron en Mi Bandera. Rataplán, a pesar de su parcial sordera era el que llevaba el compás con la mano y el único que cantaba. Los otros tarareaban y el desconocido imitaba un trombón.
Cuando hacía una variación macarrónica, los otros reían estrepitosamente interrumpiendo el canto.
Cuando llegaron a un trozo de camino plano, Rodríguez detuvo el camión.
-Parece una bolsa de gatos -dijo. Prendió un cigarro, dió dos o tres puntapiés a las gomas del automóbil y preguntó:
-¿Y para qué cantan si no hay nadie?
-Cantamos como los estudiantes cuando salen por ahí -respondió Rataplán.
-Pero ellos cantan en la calle para que los oigan los otros -insistió Rodríguez.
El desconocido dijo entonces:
-Se canta para uno... Por cantar... a veces estoy solo y canto.
Rodriguez se dió cuenta entonces que el hombre era medio raro y recién se le ocurrió pensar por qué estaba allí con ellos, camino a la playa.
Al reiniciar la marcha se lo preguntó al Vasco.
El Vasco señaló a los que iban en el camión y dijo:
-Ellos... yo vine contigo.
-¿Ellos? ¿Y el camión es de ellos? ¿No fui yo quien invité?
-Ahí tenés.
El camión marchaba. EL sol estaba alto. Dentro sólo se oía al desconocido cantando una canción en idioma extraño, de ritmo lento y trista. Los otros, abrumados por el sol y la caña, cabeceaban somnolientos.
El camión seguía jadeando, camino adelante. Reverberaba el sol. Algún pájaro carpintero dejaba oír su grito que rasgaba la soledad. Algunos ruidos metálicos de élitros le daban a esta una dureza febril y reseca. A veces pulsaba la ardiente distancia el canto de la cigarra. Algún árbol de "Sombra de toro" se achaparraba en los flancos del camino que descendían erizados de piedra y mora y tunas "cabeza de negro". Muy lejos, en el término del camino de descenso de la cuchilla, espejeaba algún pequeño cuenco azulado, presencia de una cañada que en seguida desaparecía corriendo bajo una red de berros y espadañas, dejando como señal de su camino un trozo verde oscuro, jugoso y sedante en la pastura reseca y azufrada del resto del campo.
Llegaban ahora frente a un desuñidero de carretas. Una docena de árboles daba sombra a viejos fogones sembrados de huesos.
Rodríguez detuvo el vehículo nuevamente. Por el tubo del radiador ascendía una nube de vapor.
-Alcanzá la damajuana -ordenó Arriola. "Leche con fideos" la puso en manos del Vasco. Este la sacudió. El recipiente estaba casi vacío.
-No tiene casi -comentó éste indignado-, ¿serán tan degenerados estos tipos?
Descendió y se dirigió a los hombres:
-¡Tendría que bajarlos a patadas por sinvergüenzas! - Calló un segundo y miró al desconocido:
-¿Y a usted quién lo invitó?
-Los señores -dijo, y continuó-: yo no tomé una gota, además...
Rodríguez vació el resto de la damajuana en el radiador.
-Dale manija -ordenó al Vasco.
Este dio dos o tres vueltas a la manivela, pero el motor no despertó. Luego repitió la maniobra sin resultado.
Rodríguez, fuera de sí, se encaró con el grupo:
-Bájensen plastas -dijo.
Uno tras otro recibía la manivela y ponía mano a la obra. Tras un esfuerzo que los dejaba congestionados iban subiendo nuevamente al camión.
El Vasco volvió a recoger la herramienta. Fuera de sí, dio como veinte vueltas al hierro hasta que Rodríguez lo detuvo.
-Pará. Pará. Sos capaz de desarmarlo.
Después levantó el capot. EL Vasco, inocentemente y recordando alguna frase oída en circunstancia parecida, preguntó a Rodríguez:
-¿No estará frío?
Rodríguez se volvió "hecho una víbora":
-¿Por qué no te vas a la grandísima perra?
El pobre vasco se sentó humildemente en el suelo mientras Rodríguez levantaba la tapa que cubría el motor. Tocó aquí y allá. Destornilló tuercas, unió y desunió cables sin resultado. Entonces el desconocido se ofreció:
-¿Quiere que pruebe yo?
Tocó una pieza y se dirigió al Vasco.
-¿Me hace el favor?
El hombre dio un golpe de manija y el motor empezó a marchar.
El rengo, "Leche con fideos" y Rataplán empezaron a aplaudir. El camión siguió huella adelante.
Serían las once, acaso las doce, cuando Rodríguez advirtió que el radiador había agotado el agua, pues ya no salía vapor. Además no podía soportar el calor que ascendía del motor. No podía soportarlo en los pies.
-Tenemos que echarle agua -dijo-. No podemos seguir más.
Pero el camino seguía por el lomo de la cuchilla. Por un plano muy tendido descendía esta. Casi borradas, como cicatrices de la luz brutal, se veían allá abajo las manchas verdes de la vegetación que anunciaban al nacimiento de las vertientes.
Rataplán, parado sobre un cajón, miró hacia allá y comentó:
-Ta feo para bajar y subir con agua...
Rodríguez recordó lo de la damajuana.
-Culpa de ustedes, degenerados... Bueno -terminó- vamos a seguir despacio.
El sol ascendía implacablemente mientras la damajuana de caña descendía también implacablemente. El perro, echado en el centro del piso, jadeaba con agitación creciente.
Rataplán lo observó y comentó:
-¿No se pondrá a rabiar este infeliz?
El desconocido lo miró y exclamó:
-No tenga miedo... Mientras esté la lengua húmeda no hay peligro.
El rengo le sonrió agradecido.
Bajo un grupo de canelones al borde mismo del camino, había desuñido una carreta. El carrero había hecho fuego y aprontaba el mate. Los bueyes bajaban lentamente por el declive áspero hacia las aguadas perdidas en el espadañal del bajo.
El carrero, en cuclillas, parecía no haber visto ni oído la llegada de los excursionistas. Rodríguez bajó y se acercó al hombre:
-Buen día amigo - le dijo.
El hombre movió la cabeza. Si dijo algo, Rodríguez no lo oyó. Tras un silencio preguntó:
-¿No hay agua por aquí?
-Atrás - respondió el otro.
Rodríguez dió un rodeo y volvió a enfrentar al hombre:
-No vi -dijo.
El carrero enderezó el cuerpo, caminó unos pasos, se agachó evitando las espinas de un tala y señalando una roca hendida coronada por un coronilla retorcido señaló:
-¡Allí!
Un hilo de agua se deslizaba por la frente de la roce y caía en una pequeña hoya colmada.
Rodríguez, casi corriendo de alegría, se dirigió al grupo:
-¡Bajen! ¡Bajen! ¡Hay agua a patadas!
Bebieron todos. Después el perro. Luego refrescaron cabeza y cuello entre risas y carcajadas. Al fin empezaron a llenar la damajuana que vaciaron una, dos, tres veces en el radiador hasta que éste se enfrió completamente.
-Bueno -habló Rodríguez- ¡a bordo otra vez!
Cuando estuvieron arriba, "Leche con fideos" sintió un olor desagradable. Le preguntó al desconocido:
-¿Usted no siente olor feo?
-Siento. Hace mucho rato que siento.
Intervino Rataplán:
-Es la carne. Jiede que se las pela...
Y entonces "Siete y tres diez" dejó caer esta observación:
-¡Mire que la carne cuando jiede, jiede!
Habían andado media hora cuando divisaron una mancha negra violenta y prendida como un remiendo en el espacio dorado reverberante y como movido por una brisa que llegara desde abajo, del médano tendido.
-¡Allá es" -Dijo Rodríguez.
Los de adentro iniciaron entonces un nuevo coro lleno de desmayos e interrupciones. Iban semiacostados en el piso. Solo el desconocido, tocando su trombón y haciendo sus variaciones llenas de gracia, se mantenía en pie.
Ahora sí. Habían llegado. Al borde del monte de eucaliptos y pinos se detuvo el camión.
-Hemos pasao de todo -comentó Rodríguez- ¡pero ahora van a ver lo que es el mar!
Tiró el saco y la camisa en el césped, hinchó el pecho cubierto de sudor y volvió a hablar:
-¡Esto es vida!...
Miró el mar amorosamente y exclamó:
-¡Es loco que está lindo!...
El último en bajar fue "Siete y tres diez". Apenas pudo hacerlo con el perro en brazos. Este, apenas tocó tierra, levantó la cabeza y como atacado súbitamente por alguna droga desconocida inició una carrera frenética hacia el mar. "Siete y tres diez" lo vio alejarse con estupor. Luego comprendió la razón de la fuga y salió tras de él gritando a todo pulmón:
-¡No tomés de esa que es salada! ¡No tomés que es salada!... -repetía.
Y se fue tras el perro. Entre revolcón y otro, el rengo con su marcha despareja levantaba una nube de arena. Caía grotescamente mientras seguía gritando. Al fin el rengo y los gritos se perdieron tras el médano. Los del grupo reían a carcajadas. Rodríguez, ya dueño feliz de la inmensidad, lloraba de risa.
-¡Ay, mi Dios -decía- ésto es de más!... Es de más.
Después fueron todos a la cachimba a refrescarse y traer agua.
Ya ardía el fogón. EL Vasco lavaba por quinta vez la carne descompuesta. Vieron entonces llegar al rengo con el perro en brazos. El animal aparecía hinchado, con la barriga como un odre, a punto de reventar.
-Parece un perro de goma -comentó el desconocido.
-¿Lo trajiste para aprender a nadar? -preguntó Rodríguez.
Y empezaron otra vez a reír a carcajadas mientras el rengo miraba cariñosamente al perro tendido en la gramilla.
-No se asuste -consoló el desconocido a "Siete y tres diez" -el agua salada no mata... es un purgante.
Al rato llegó un hombre del lugar. Jinete en un caballo arenero de vasos como platos, venía a ofrecerse por si necesitaban alguna cosa.
Lo mandaron al boliche por caña y vino. Todos se sentían felices. Estaban en paz. Gozaban de aquella brisa que luego del viaje accidentado y ardiente resultaba deliciosa.
Con la excepción de una discusión entre "Siete y tres diez" y "Leche con fideos", que sostenía que la guerra de 1904 había empezado después que la de 1914, a la que puso fin Siete y tres diez" generosamente dándole la razón, todo marchó maravillosamente bien.
Habían almorzado. Habían sesteado. Tomaron mate, se refrescaron en la cachimba. Conversaron. Aprontaron el mate nuevamente.
Rodríguez, luego de hablar mucho del mar, se dirigió a la costa.
Estuvo allí un largo rato, callado, abstraído. Fumando en silencio, mirando a la distancia remota, siguiendo el vuelo de las gaviotas, viendo morir y renacer las olas interminables.
Los amigos lo veían allí, sentado, quieto, solo frente al mar y la tarde que expiraba ya.
-¿Qué estará haciendo? -Preguntó "Siete y tres diez".
-Mirando el mar y nada más -dijo el desconocido.
-Sí. Pero con verlo una vez alcanza -terminó Rataplán.
Como sus amigos -los invitados para ver el mar- no venían, Rodríguez fue al fogón a buscarlos.
-Vamos... -dijo-. Los traje a ver el mar y ustedes están aquí, bajo los árboles... Árboles hay en todos lados.
Los otros no dijeron nada. Lo siguieron callados y pacientes.
-El mar -decía Rodríguez- es una cosa muy soberbia y bárbara... Para mí es un misterio que no me puedo explicar...
Los otros seguían callados tratando de saber a que conclusiones quería llegar Rodríguez. Y tratando además de explicarse por qué éste les había hecho hacer aquel viaje para ver el mar. Cierto era que ellos nunca lo habían visto, pero bien se podía comprender sin verlo que el mar es el mar.
Ya estaban frente a aquella cosa soberbia, bárbara y misteriosa -según Rodríguez-, callados, esperando cada uno la voz del otro. Caía el sol.
-¿Qué te parece? -preguntó Rodríguez a "Siete y tres diez", señalando con el brazo extendido hacia el poniente.
-Y...-respondió aquél- es pura agua... Más o menos como la tierra que es tierra... nada más que es agua...
Rodríguez sintió rabia y desilusión. ¿Aquélla era una contestación? ¿El y el mar merecían esta afrentosa respuesta?...
-¿Y si es agua qué te voy a decir? ¿Qué es tierra? -terminó "Siete y tres diez".
El Vasco se había agachado. Apretaba y soltaba el puño levantando y dejando caer puñados de arena.
Rodríguez se dirigió a él:
-¿Y a vos qué te parece?
El Vasco lo miró como si hablara en inglés.
-¿El qué? -preguntó.
-¿El qué? ¿Qué va a ser? ¡El mar!
El Vasco lentamente dijo lo siguiente:
-¿El mar?... Lo más lindo que tiene es la arena... ¡No parece arena y es arena!
"Leche con fideos" estaba por allí. Rodríguez meneó la cabeza desilusionado. Con la vista lo interrogó:
-¡Qué cantidad de agua! -dijo "Leche con fideos"-.
De lo que no me doy cuenta es para dónde corre...
Se acercó a Rataplán.
-¿Qué decís, Rataplán -preguntó Rodríguez-, es grande o no es grande esto?
-Es -respondió y volvió a repetir- es. Pero no tiene barcos... Y para mí un mar sin barcos es como un campo sin árboles... ¿Entendés lo que te quiero decir?... Pintás un campo y si no le ponés un rancho o un árbol no te representa nada...
Eso ya era algo. Rodríguez se consideró obligado a explicarle a aquel infeliz que no sabía nada del mar, algunas cosas del mar:
-Mirá: los barcos pasar por el canal. Como a dos leguas de aquí... Ahora mismo estará pasando alguno.
Rataplán trato de pararse en puntas de pie y miró en la dirección que señalaba Rodríguez.
-Yo no veo nada, dijo.
-No los ves porque la tierra es redonda...
Se disponía a seguir cuando Rataplán, con sorna, preguntó nuevamente:
-¿Y el agua es redonda también?
Rodríguez no pudo más. Se dió vuelta e inició el camino de regreso hacia el campamento.
-¡Que Dios me castigue -pensaba- si alguna vez traigo más animales de estos a ver el mar!

martes, 13 de abril de 2010

6to año. DESBORDANTE DE VIDA AHORA

Desbordante de vida, ahora, densa y visible,
en el año cuarenta y uno de mi existencia, en el año
ochenta y tres de estos Estados,
A alguien, que vivirá dentro de un siglo,
en cualquier número de siglos,
A vos, que aun no habéis nacido, dedico estos cantos es-
forzándome por alcanzaros

Cuando leáis esto, yo que ahora soy visible
me habré tornado invisible;
Entonces seréis vos, denso y visible, quien se dará cuenta
de mis poemas, quien se esforzará en alcanzarme,
Imaginándoos cuán feliz serías si me fuera dado estar
a vuestra vera, y convertirme en vuestro camarada;
Que sea, pues, como si estuviera a vuestro lado.
(No creáis demasiado que no estaré entonces vuestro lado.)

WALT WHITMAN (“HOJAS DE HIERBA”)

jueves, 8 de abril de 2010

4TO AÑO AVENTURA ARQUETÍPICA DEL HÉROE

El Héroe de las Mil Caras: El Monomito

Joseph Campbell[1904-1987] dedicó su vida al estudio a las mitologías de diversas culturas, y una de sus principales obras corresponde a El Héroe de las mil caras. En esta obra, Campbell plantea la existencia de un único mito: El Monomito.
Según Campbell, El Monomito toma distintas formas para adaptarse a la cultura, pero en el fondo mantiene una estructura única. Esta estructura esta definida por el subconsciente humano, y ha cumplido un rol fundamental en guiar a las personas en sus vidas.
El Monomito se puede descomponer en tres etapas : La Partida (o Separación), La Iniciación, y El Regreso. Cada etapa esta compuesta por varias partes, que pueden estar presentes o no, y pueden variar su orden dependiendo de la encarnación del monomito.
La Partida
• La llamada a la aventura. La historia comienza con el héroe recibiendo una llamada a la aventura. Esta llamada puede perturbar la vida cotidiana del héroe. Ademas, puede haber un heraldo que comunica la llamada.
• El rechazo a la llamada. El héroe puede decidir rechazar la llamada. Esto generalmente trae sufrimiento para el héroe, que finalmente lo convence a aceptar la llamada.. Algo así le sucede a William Wallace en “Corazón valiente”.
• Ayuda sobrenatural. Para poder emprender su aventura, en ocasiones el héroe puede requerir de ayuda sobrenatural. En el caso de “La guerra de las galaxias” corresponde a Obi-Wan Kenobi, y en Matrix a Morfeo. En Alicia y el país de las maravillas es el conejo que Alicia persigue.
• El Cruce del Umbral. El umbral marca la división entre el mundo familiar y desconocido para el héroe . En Matrix es la sala donde Neo debe decidir entre la pastilla azul o roja.
• El renacimiento. En ocasiones el héroe debe morir para pasar el umbral. En el caso de Matrix Neo muere en la matriz y renace en el mundo físico
La Iniciación
• El camino de las pruebas. Una vez que el héroe se encuentra en el mundo desconocido, debe superar una serie de pruebas que lo ayudaran a aumentar su nivel de conciencia.El camino de las pruebas. Esto corresponde a la clásica escena de entrenamiento.
• El matrimonio. La ultima prueba puede representarse como el matrimonio con una figura femenina. Esto representa el dominio del héroe sobre la vida (por eso el símbolo femenino.
• La mujer como tentatris. Una vez que el héroe ha expandido su nivel de conciencia, existe una desigualdad entre la verdad y su apariencia exterior que puede ser seducida por las tentaciones carnales. Como resultado el héroe puede presentar un rechazo hacia alguna figura femenina
• Expiación con el Padre. El héroe se reconcilia con la figura tirana y piadosa del padre, lo que le permite a la vez comprenderse a si mismo. El Apoteosis. El ego del héroe "yo" se desintegra. Esto transporta al héroe a un nuevo nivel de conciencia, que permite al héroe sacrificarse.
• La bendición final. El héroe finalmente esta listo para recibir aquello para lo cual emprendió su aventura.
El Regreso
• El rechazo del regreso. Una vez que el héroe ha logrado la iluminación, puede existir la duda o el rechazo a volver al mundo normal.
• El vuelo mágico En ocasiones el héroe regresa con la bendición final escapando de algún mal.
• El rescate desde el mundo normal. Para poder volver al mundo normal el héroe puede necesitar que alguien del mundo normal lo ayude.
• El cruce del umbral. El héroe regresa al mundo normal y lo acepta como real.
• Maestro de dos mundos. Gracias a la bendición final, el héroe ahora es el maestro de los dos mundos.
• Libertad para vivir. Finalmente el héroe entrega la bendición final a la humanidad. En Matrix Neo se sacrifica para que maquinas y humanos puedan vivir juntos.

4to AÑO




“¿Tú das al caballo su fuerza
y cubres de crines su cuello?
¿Tú lo haces saltar como langosta?
Su fuerte relincho da miedo.
Da patadas en el suelo de la pradera,
y relinchando con fuerza,
se lanza al frente del ejército.
Se ríe del miedo y nada lo asusta,
ni la espada lo hace retroceder.
Sobre él resuenan las flechas,
el brillo de las lanzas y de los dardos.
Temblando de impaciencia devora la distancia
y no se para hasta que resuena el clarín.
Cuando siente la trompeta relincha,
y olfatea de lejos el combate,
las órdenes poderosas de lo comandantes
y los gritos de la batalla.”

JOB, 39, 17-25 (BIBLIA, ANTIGUO TESTAMENTO)

miércoles, 7 de abril de 2010

5to AÑO: "PAIDEIA" DE WERNER JÄEGER (FICHAS TEMÁTICAS)



FICHA 1. CONCEPTO DE HOMBRE
“…la peculiaridad del pueblo griego (…), su descubrimiento del hombre, no es el descubrimiento del yo objetivo sino de la conciencia paulatina del yo objetivo, sino de la conciencia paulatina de las leyes generales que determinan la esencia humana. El principio espiritual de los griegos no es el individualismo, sino el humanismo.” PAIDEIA I , (pag. 11)
FICHA 2. CONCEPTO DE ARETÉ
“El concepto de areté es el tema esencial de la historia de la educación griega (…) “La palabra VIRTUD [en castellano ] en su acepción no atenuada por el uso puramente moral, como expresión del más alto ideal caballeresco unido a una conducta cortesana y selecta y el heroísmo guerrero, expresaría acaso el sentido de la palabra griega. Este concepto es usado no sólo para designar la excelencia humana, sino también la superioridad de los seres no humanos (la fuerza de los dioses, la rapidez de los caballos nobles).” (…) “El hombre común, en cambio, no tiene areté.” “La areté es el atributo propio de la nobleza.” (…) “En general designa, de acuerdo con la modalidad de pensamiento de los tiempos primitivos, la fuerza y la destreza de los guerreros o de los luchadores y ante todo el valor heroico, considerado no en nuestro sentido de la acción moral y separada de la fuerza, sino íntimamente unido a ella.” PAIDEIA I, Pag. 21
FICHA 3. ARETÉ Y DEBER / LUCHA
“Característica esencial del noble es en Homero el sentido del deber.” (…) “La fuerza educadora de la nobleza se halla en el hecho de despertar el sentimiento del deber frente al ideal …” (…) “El nombre de ARISTOI comprende a un grupo numeroso. Pero en este grupo que se levanta por encima de la masa hay una lucha para aspirar al premio de la ARETÉ.” (…) “Hay una alta conciencia educadora de la nobleza griega primitiva. Muestra cómo el viejo concepto guerrero de la ARETÉ no era suficiente para los poetas nuevos, sino que traía una nueva imagen del hombre perfecto para la cual, al lado de la acción, estaba la nobleza del espíritu y sólo en la unión de ambas se hallaba el verdadero fin.” PAIDEIA I , Pags. 22 -24
FICHA 4. PERFECCIONAMIENTO DE LA ARETÉ / MUERTE
“En cierto modo (…) la areté heroica se perfecciona sólo con la muerte física del héroe. Se halla en el hombre mortal, es más: es el hombre mortal mismo. Pero se perpetúa en su fama, es decir, en la imagen de su areté …” (…) “Incluso los dioses reclaman su honor.”
FICHA 5. ULTRAJE AL HONOR Y ARETÉ DE AQUILES
La indignación de Aquiles en La Ilíada, contra los griegos “no procede de una ambición individual excesiva. La grandeza de su afán de honra corresponde a la grandeza del héroe y es natural a los ojos del griego.” (…) “Quien atenta contra la areté ajena pierde en suma el sentido mismo de la areté.” (…) “El amor excesivo a la patria, que solventaría hoy la dificultad, era ajeno a los antiguos nobles.”
FICHA 7. ARETÉ Y HONOR
“Intimamente vinculado con al areté se halla el honor.” (…) “… el hombre homérico adquiere exclusivamente conciencia de su valor por el reconocimiento de, la sociedad a la que pertenece.” (…) “El elogio y la reprobación son la fuente del honor y del deshonor.” PAIDEIA I , Pags. 25-26
FICHA 8. LA NOBLEZA EN “LA ILÍADA”
“La nobleza de La Ilíada es, en su mayor parte, una imagen de la fantasía, creada con el auxilio de rasgos transmitidos por la tradición de los antiguos cantos heroicos.”
FICHA 9. AQUILES
“Dios frustrado, el Aquiles homérico está marcado por una incurable melancolía y lleva, sobre su frente orgullosa, la corona de la muerte.” (…) “… no es uno de los muertos de la epopeya pero es el gran moribundo del poema.” (…) “Los fracasos de la areté constituyen las fallas humanas. Aquiles mismo, arquetipo de una raza, es un ser en formación, que se completa por los padecimientos y no por las victorias: incluso en el seno de éstas existe el germen del futuro dolor.”
G. CASTILLO / A. DE LA PEÑA
FICHA 10. MITO Y EPOPEYA / IDEALIZACIÓN
“Los mitos y las leyendas heroicas constituyen el tesoro inextinguible de ejemplos y modelos de la nación.” (…) “La épica constituye, originariamente un mundo ideal. Y el elemento de idealidad se halla representado en el pensamiento griego primitivo por el mito.” (…) “Este hecho actúa en la epopeya aún en todos los detalles de estilo y de estructura. Una de las peculiaridades del lenguaje épico es el uso estereotipado de epítetos decorativos.” (…) “… estos epítetos pierden por el uso su vitalidad, pero son impuestos por la convención del estilo épico.” (…) “… son , en una gran medida, ornamentales.” (…9 “Aún más allá del uso de los epítetos, domina en las descripciones y pinturas épicas este tono ponderativo, ennoblecedor y transfigurador. Todo lo bajo, despreciablemente innoble, es suprimido del mundo épico.”
PAIDEIA I , PAG 59-60

martes, 6 de abril de 2010

6to año. LA POESÍA DE WHITMAN

HOJAS DE HIERBA
Abraham Lincoln había dicho que Dios debía amar a la gente sencilla como a las hojas de hierba, pues de lo contrario, no hubiera creado tantas en el mundo. Walt Whitman amó a la gente sencilla y tituló la obra de toda su vida con el sugestivo “Hojas de hierba”. Como la gente humilde, las hojas de hierba son lo más simple y lo más sano entre las cosas vivientes. Pero Whitman también quería que su libro fuera un documento democrático , y en ese sentido, convenía igualmente el título elegido, pues se trataba de cantar a la hierba común que crece “donde quiera que haya tierra”.
También puede interpretarse que esas hojas de hierba son, ni más ni menos, representación de las personas, de los seres humanos simples, vulgares, comunes, que pueblan el territorio de Estados Unidos , y esa democracia anhelados por Whitman.
Alfred Casey dice que Whitman “canta al amor universal”, aquel que va dirigido a todos y a nadie en especial. Es el suyo un canto de optimismo, de reconocimiento y comunión espiritual entre los hombres. Es amor no exento de sensualidad y alusiones sexuales. Pues en el propio ímpetu sexual se celebra la libertad. El amor es una fuerza vital ingobernable que va más a llá de la frontera de un sexo determinado. En el poeta de Hojas … la fuerza del sexo es la fuerza de la vida, es la energía vital y el futuro americano, no sólo el instante efímero de placer, sino, más importante, la sangre de las generaciones sucesivas. Fusiona así lo profano con el sentido vitalista de la existencia; en Whitman, lo sagrado surge del ser humano.
No obstante los elementos profanos de su obra, también hay una aproximación a la concepción cristiana: los seres que moran en la naturaleza, hombres y animales viven en armonía con la obra del Creador.
Cuando Whitman ama, canta y celebra a la vida misma. Su amor se extiende a todo lo creado . Así describe un paisaje, retrata a la naturaleza con entusiasmo, con desbordada alegría.
Característica importante del Romanticismo era la concepción panteísta del universo, por la cual, todos los objetos creados revelaban a su Creador.
Los poemas de Whitman aparecen doblemente marcados por el signo de la actividad constante y de la transformación. Su propia vida es energía en movimiento. América y su democracia reclaman versos enérgicos y poetas que puedan componerlos. La transformación es metamorfosis, cambio, evolución
“entrego al lodo mi cuerpo para que brote en la hierba que amo”
En cuanto a la descripción del mundo exterior responde, en Whitman, a la consciente intención de integrarse a ese mundo.
Otro concepto de importancia en la poesía whitmaniana es el concepto de libertad, libertad ejercida para el engrandecimiento del hombre, para su elevación espiritual y cultural, para llevarlo a ser más digno de sí mismo.
Hemos visto cómo Whitman funda su religiosidad en el hombre y en la naturaleza, pero también lo hace en el concepto de Democracia que es, ni más ni menos,el gobierno del pueblo. El poeta se siente llamado a contribuir en la constitución del “gran salmo de la República”, de la “epopeya de la Democracia”
La Vida es aceptada alegremente, como un milagro. Reclama la participación generacional, bella, espléndida, de toda una raza. Establece la importancia del ser individual y de su descendencia, de las sucesivas generaciones que harán la grandeza americana. Tan fuerte es el vitalismo de Whitman que hasta la propia muerte aparece concebida como una forma de la existencia.
Visionaria e intuitiva es su visión del futuro; el poeta tiende a la profecía, a la proyección hacia el futuro de la humanidad. También se detiene en el pasado de América y en el presente del siglo XIX, la vida, las costumbres, los acontecimientos que marcan la conciencia histórica del poeta.
En sus aportes sobre la poética de Whitman, G. Wilson Allen señala que el poeta de Hojas … pensaba que la poesía era una variedad del conocimiento.
Hay en su poesía una emoción cósmica –anota Allen- donde imagina un proceso evolutivo culminante en su propio nacimiento e identidad personal con el mundo físico. De ahí esa identificación del simbólico yo individual de sus poemas con el individuo colectivo, o sea, toda la raza humana. Esa corporeidad americana que quiere semejarse al ideal del “hombre total” al que aspira, ese cuerpo orgánico conformado por todos los habitantes de los Estados Unidos, la “Madre de todos”.
Whitman mantiene siempre vigente su fe en la innata bondad de la naturaleza humana en la gente común, vulgar. Es afecto a lo humilde, a lo cotidiano. Es , pues, al pueblo a quien se dirige Whitman.Pero un canto dirigido al pueblo exige una expresión acorde y ello explica la irrupción de lo coloquial y lo prosaico, lejos de toda clase de elitismo.
Para el poeta, una actitud contemplativa, reflexiva es una actitud vital, porque reclama la comprehensión del complejo de la naturaleza. Por eso llama a su camarada, al lector, para que se entregue, junto a él, al puro acto de observar el crecimiento de la hierba. Este anti-utilitarismo le atrajo muchas críticas, en un pueblo como el norteamericano, adicto a lo pragmático, a lo utilitario.
Whitman es materialista pero también espiritualista. El concepto de alma está fuertemente arraigado en su pensamiento.
Misticismo y ciencia se reúnen en el creador poético, su rol es humanizar los descubrimientos e invenciones de la ciencia y de la tecnología.
Whitman realizó aportes que la poesía contemporánea y culminaría, en más de un caso. Así, por ejemplo, construye neologismos, utiliza modismos yanquis, realiza invenciones y adaptaciones verbales, usa sustantivos como adjetivos, combina palabras perifrásticas, intercala vocablos en diversos idiomas, expresiones populares, etc.

TOMADO DE "Walt Whitman" de Älvaro Miranda (Edit. TÉCNICA)