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lunes, 28 de marzo de 2011

Silvio D´AMICO: TRAGEDIA GRIEGA



INTRODUCCIÓN
TEATRO. En un sentido amplio se podría definir como la comunión de un público con un espectáculo viviente. El teatro por su naturaleza misma se dirige a una colectividad. El teatro dramático es una forma de arte, de representación. Los soldados de un desfile, los futbolistas en un estadio, los malabaristas y los acróbatas, los toreros y los jinetes, no representan nada; ofrecen un espectáculo, pero es espectáculo en sí; ofrecen al público una verdad que aunque compuesta, es auténtica.
Los actores del teatro dramático ofrecen en cambio una ficción; representan a otros personajes, ambientes, costumbres, en fin: intentan hacer arte.


LA TRAGEDIA GRIEGA
LOS ORÍGENES
De ciertas fiestas religiosas surgió el teatro, bajo sus dos formas típicas: la Tragedia y la Comedia.
La antigua religión griega, país de civilización agrícola, divinizó y personificó a las dos fuerzas de la naturaleza. De los cultos primitivos a piedras, árboles y animales, el pueblo griego pasó, bajo el impulso de su genio plástico, a la concepción de dioses antropomórficos, cuya más alta expresión aparece ya en los poemas homéricos. Pero la traducción de las fuerzas naturales –que el mortal debe temer, venerar y tratar de aplacar- en otras personalidades más o menos fúlgidas o grandiosas, caprichosas o crueles, no excluye la existencia de otra fuerza superior a todas: la del destino, de la Moira a quien las mismas divinidades, incluso Zeus están sometidos.
Se debe en parte a esta oscura pero insuprimible creencia el hecho de que en el naturalismo y el antropomorfismo de la mitología griega domine un misterioso principio espiritual.
A diferencia de la religión cristiana que ofrecerá en este mundo una idéntica verdad y en el Más Allá una misma salvación a todos sus hijos, la religión griega sólo ofrece a una élite la posesión de la verdad y la posibilidad de la salvación. La inmortalidad, o por lo menos la supervivencia en el otro mundo, no será concedida a todos los hombres, sino solamente a los iniciados, participantes en los sagrados misterios. Los misterios de Eleusis (siglo VII aproximadamente), proponían al iniciado mediante la leyenda de Deméter (Tierra Madre, diosa de la vida vegetal y de las mieses), la idea de que, así como la vegetación alterna el nacimiento con la muerte, así como la vegetación alterna el nacimiento con la muerte, así la suerte del hombre es nacer, vivir, morir, para luego volver a nacer y a vivir y a morir, en perpetua cadena. Se dice que Esquilo se contó entre esos iniciados.
El culto de Dionisos, dios extranjero venido de Tracia, es también un culto agrícola: Dionisos es el dios de la viña y de la ebriedad. Según el alternado cambio de las estaciones, este dios moría y renacía. Al parecer, desde los orígenes, la máxima solemnidad ritual de este culto consistía en una fiesta campestre donde los iniciados se dedicaban a la caza de un animal, que de algún modo encarnaba el numen adorado. Músicas, danzas y libaciones, y quizás el humo de ciertas semillas, excitaban a los fieles a la orgía mística, vestidos con pieles y cuernos de animales salvajes, hasta alcanzar una especie de frenesí que los inducía a seguir las huellas del animal sagrado para atraparlo, despedazarlo y comérselo. Creían así apoderarse de una parte de la divinidad, de participar de algún modo de su naturaleza.
Pariente próximo del mito dionisíaco es el mito órfico, con su culto de Zegreus: el dios niño que los titanes matan y devoran, excepto el corazón, del cual nacerá el nuevo Dionisos, futuro sucesor de Zeus en el imperio del Universo. Entonces es cuando de las cenizas de los Titanes, fulminado por la venganza de Zeus, surge el género humano, cuya naturaleza consta, por lo tanto, de una parte divina e incorruptible, y de otra terrestre y mortal. El hombre está en consecuencia, condenado, a través de la vida y de la muerte, a recorrer una larga serie de existencias terrenas; podrá evadirse temporal o eternamente hacia la felicidad del otro mundo, sólo quien conozca la arcanas verdades reveladas a los iniciados.
El cortejo de Dionisos está compuesto por sátiros y ménades (bacantes). Los sátiros son criaturas mitad hombres y mitad bestias salvajes, representación de la fusión entre humanidad y naturaleza; las bacantes son criaturas femeninas que representan la voluptuosidad del amor.
En épocas de la civilización agrícola, las fiestas campestres en honor a Dionisos van cobrando importancia cada vez mayor, así tenemos las pequeñas y grandes dionisíacas. Se festejan al aproximarse la vendimia, en la época en que se exprime la uva, luego cuando se prueba el vino, y finalmente cuando se llora por la muerte de Dionisos, que coincide con la muerte anual de la viña. En estas fiestas se entona el ditirambo, o sea: himno en honor al dios. Este himno recibe luego el nombre de tragedia (o tragôdoi), o sea: “canto del macho cabrío”, cuando es acompañado por el sacrificio de un cabrito, animal especialmente caro a Dionisos, quizás por ser considerado un animal lascivo, quizás por ser el enemigo y destructor de la viña. É ditirambo, en un principio improvisado pro los devotos del dios, alcanzó después una forma preestablecida y escrita en verso. El coro de los cantores se dirigía hacia el ara o timelé, donde era ofrecido el sacrificio, y cantando se disponía en círculo a su alrededor. Un día, el coro se dividió se dividió en semicoros, uno de los cuales respondía al otro, y como cada coro era guiado por un corifeo, estos corifeos comenzaron a dialogar entre sí . Frente a los cantos de los semicoros y sus directores que celebraban la gesta del dios, alguien un interlocutor o hipocrités- respondía con las palabras de Dionisos en persona. Desde ese momento –cuando la invocación lírica y la narración de los hechos dieron lugar a la presencia del dios que hablaba en primera persona- se tuvo un embrión de representación teatral.

EL EDIFICIO ARQUITECTÓNICO DEL TEATRO GRIEGO
La Tragedia nació en torno a la timelé: el ara del dios, en la cual es ofrecido el sacrificio. En el ditirambo los coreutas se disponían en círculo en torno al altar. Pero cuando aparece el hipocrités, los coreutas se apartan un poco, dejando un tercio de círculo para la tienda de donde el actor sale y vuelve a entrar, para ocultarse y disfrazarse. Esa tienda se llama skené. Sólo mucho más tarde la skené fue hecha de mampostería, representando el fondo habitual de la tragedia (un palacio) o de la comedia (perspectivas de casas burguesas).
Entre la skené y los dos extremos de las graderías, a la derecha e izquierda, estaban los dos parodoi (pasillos de ingreso del coro hacia la orkesta). Más tarde aún, los actores se adelantaron a recitar sobre una elevación en miniatura (proskenion), adyacente a la skené.
Más o menos en el siglo IV a.C. el edificio del teatro griego constará de estos elementos:1) el kóilon, gradería en círculos concéntricos, divididos en sectores; 2) la orkestra, con la tímele en el medio, sede del coro; 3) los dos parodoi, entradas para el mismo coro, situados en ambos e extremos, derecho e izquierdo de las graderías; 4) el proskénion o escenario donde tarde o temprano representaron los actores, y que algunos creen estaban en comunicación con la orkestra mediante escaleras de madera; 5) la skené, edificio de piedra que con riqueza cada vez mayor, representaba la perspectiva convencional de un palacio real, con tres puertas y a veces con cinco; 6) la skenoteka, el conjunto formado por los camarines para los actores y los depósitos de trajes y mecanismos que se situaban detrás de la skené.

PUESTA EN ESCENA, ACTORES Y MÁSCARAS
Al principio el director era el mismo poeta. Los actores griegos, todos hombres, aún para encarnar papeles femeninos, eran probablemente más semejantes a nuestros cantantes que a nuestros actores. Debían aparecer como enormes muñecos y representar héroes sobrehumanos. Y por eso en la tragedia, se elevaban y engrandecían calzando coturnos de suela extraordinariamente alta, vistiendo indumentos abultados con rellenos postizos y usando grandes máscaras.
La función de la máscara era especialmente importante, ya sea desde el punto de vista práctico como del ideal. Con el ónkos, peinado extraordinariamente elevado en forma de torre, la máscara contribuye a agrandar al actor, y además hace desaparecer su contingente personalidad detrás de la estilizada fisonomía del personaje inmóvil en una mueca fija, que en la tragedia es siempre de llanto y en la comedia siempre de risa. Las máscaras constituyen, además, para el público, una primera presentación de los personajes. En la boca de la máscara había un megáfono. Suponemos que el efecto de esa ampliación vocal debía de ser todo ideal: se quería multiplicar, sobrehumanizar por lo menos en un principio, la voz del protagonista, así como se hacía con su figura.
Los trajes de los actores no eran históricos sino convencionales, gracias a una estilizada transformación de los trajes que se usaban en la vida contemporánea. La vestimenta principal del actor era el quitón, especie de túnica larga hasta los pies, ceñida por una faja que quedaba a la altura del pecho del actor. Otros indumentos eran el clámide –manto corto echado sobre el hombro izquierdo- y el himatión –manto largo echado sobre el hombro derecho-.
Los grandes héroes llevaban una corona, los personajes exóticos usaban atavíos característicos de su país (por ejemplo: turbantes en “Los persas” de Esquilo).


EL CORO
La parte propiamente cantada de la tragedia –el melos- estaba por excelencia a cargo del Coro, pero también las otras dos partes confiadas a los actores (parakatalogué y katalogué), debían ser más o menos cadenciosas, quizás al estilo de nuestras marionetas populares.
El Coro griego no es originariamente un personaje, es un residuo lírico de la personalidad del poeta, que todavía no se resigna a desaparecer, a ser tan sólo el dramaturgo. Por eso se ha dicho que el Coro es como la voz del poeta. Cumple también funciones prácticas: expone los antecedentes, hace saber todo lo que ocurre entre un episodio y otro, lejos de la vista de los espectadores; a veces cumple directamente un papel didascálico, y podría decirse, ya que separa un episodio de otro, que funciona como una suerte de telón. Dividido en dos semicoros, entra contemporáneamente en la orkestra por los dos parodoi; el Coro recita, pero sobre todo canta y danza, midiendo verso y música por el ritmo de sus evoluciones. En un principio, todo coro trágico se compuso de cincuenta coreutas, luego fue dividido en cuarto docenas, entre las cuatro partes de la tetralogía.

LAS ESCENAS Y LOS MECANISMOS
Los principales mecanismos eran: a) enquicléma: plataforma móvil que se hacía adelantar por el escenario, desde una puerta, para mostrar repentinamente lo que había ocurrido u ocurría (por ejemplo, un asesinato) en el interior; b) meccané, para hacer volar por el cielo a los dioses y a ciertos héroes; c) teologéion: plataforma móvil para mostrar en lugares elevados a los dioses, especialmente cuando intervenían en el desenlace de la acción (lo que los latinos llamaban el deux ex machina), frecuente en Eurípides; d) distégia: practicable fijo para apariciones en lugares elevados; e) la escala de Caronte para descender bajo tierra; f) los anapiésmata, para traer inversamente a los dioses y héroes desde las regiones subterráneas; g) brontéion, para reproducir truenos ; k) el kerannoscopéion para los relámpagos.

LAS DIVERSAS FORMAS DEL DRAMA
Las formas típicas del drama griego son cuatro:
 Tragedia
 Drama satírico
 Comedia
 Mimo






TRAGEDIA
En tiempos de Esquilo el espectáculo no consistía en una sola tragedia, sino en una trilogía que tenía carácter de poema cíclico dentro del cual cada drama desarrollaba una parte del argumento común. La catarsis tenía lugar al terminar la última tragedia.
En todas las formas del teatro griego, siempre basadas esencialmente en la palabra, la parte visual de la puesta en escena no es sino un elemento subsidiario. El que triunfa es el poeta, que en todos los géneros (de acuerdo a lo que sabemos) utiliza, dirigiéndose a espectadores reunidos al aire libre, las precisas y bien ritmadas formas del verso, con frecuentes agregados musicales. Sus intérpretes son, ante todo, óptimos recitadores, declamadores y cantores: enormes estatuas vivientes, marionetas trágicas y grotescas de grandes dimensiones, que ofrecen al público una imagen terriblemente (en la tragedia) o humorísticamente (en la comedia) estilizada de los acontecimientos, pero siempre más irreal enmarcada en la barrera ideal del Coro, de sus invocaciones, sus apóstrofes, sus cantos y sus danzas.

IMPORTANCIA DEL TEATRO EN GRECIA. CERTÁMENES Y PÚBLICO.
Los actores se unieron a menudo en corporaciones; tuvieron escuelas y también constituyeron compañías ambulantes. A diferencia de lo que ocurrió en Roma, donde el histrión, nacido entre esclavos era despreciado y tenido a menos, el actor griego fue reverenciado y honrado, porque para los griegos el teatro no era una diversión cualquiera: era el arte social por excelencia, celebración de los mitos de la estirpe, rito religioso cuyo sacerdote era el actor. Por eso llegó a ser una verdadera función del Estado, presidida por un arconte, el Arconte Epónimo. Como gasto público, los gastos de las representaciones eran solventados por los hombres más ricos (coregos), que se turnaban en el pago de estas expensas.
Ya a fines del siglo VI a.C. encontramos en Atenas la costumbre de los certámenes dramáticos. El corego hacía la preselección entre los poetas aspirantes; elegía a tres si se trataba de un concurso trágico, donde cada autor presentaba una tetralogía o elegía cinco autores si se trataba de un concurso cómico, donde cada uno presentaba una única comedia. Después, a cada candidato se le proporcionaba actores, coro música y otros recursos para la puesta en escena. Al principio eran los poetas los que guiaban e instruían personalmente, como corifeos, a sus intérpretes. Más tarde se contentaron con hacerlos instruir por otras personas, bajo su vigilancia. El veredicto era dado por el público, después de las representaciones. Éstas tenían lugar en Atenas una vez por año. Todo el pueblo asistía gratuitamente y eso explica por qué los teatros eran tan grandes en ciudades más pequeñas que las metrópolis actuales. El concurso dramático tenía en Atenas todas las características de una celebración excepcional, festiva y solemne.
El público llegaba muy temprano, vestido de fiesta para presencias la llegada de las personalidades; esto tendía además a impresionar a los extranjeros. En la Orquesta se veía la ostentación del oro ganado con los tributos, y los hijos de los hombres caídos por la patria hacían su desfile. Luego se iniciaba la representación de una de las obras concursantes, la cual, comentada por danzas y músicas, y con pausas para la comida de los espectadores, duraba un día entero, hasta el ocaso.
El premio al ganador era una corona de laurel y un trípode de bronce.


IMPORTANCIA DEL TEATRO EN GRECIA. CERTÁMENES Y PÚBLICO
Los actores se unieron a menudo en corporaciones; tuvieron escuelas y también constituyeron compañías ambulantes. A diferencia de lo que ocurrió en Roma (donde el histrión, nacido entre esclavos, era despreciado y tenido en menos), el actor griego fue reverenciado y honrado, porque para los griegos el teatro no era una diversión cualquiera: era el arte social por excelencia, celebración de los mitos de la estirpe, rito religioso cuyo sacerdote era el actor. Por eso llegó a ser una verdadera función del Estado, presidida por un arconte, el Arconte Epónimo. Como gesto público, los gastos de las representaciones eran solventados por ciudadanos ricos (coregos), que se turnaban en ello.
Ya a fines del siglo VI a.C. encontramos en Atenas la costumbre de los certámenes dramáticos. El corego hacía una preselección entre los poetas aspirantes; elegía a tres si se trataba de un concurso cómico, donde cada autor presentaba una simple comedia. Después, a cada candidato se le proporcionaba actores, coro, música y actores para la puesta en escena. Al principio eran los poetas los que guiaban e instruían personalmente, como corifeos, a sus intérpretes. Más tarde se contentaron con hacerlos instruir por otras personas, bajo su vigilancia. El veredicto era dado por el público, después de las representaciones. Éstas tenían lugar en Atenas una vez al año. Todo el pueblo asistía gratuitamente y eso explica por qué los teatros eran tan vastos en ciudades más pequeñas que las metrópolis modernas. El concurso dramático tenía en Atenas todas las características de una celebración excepcional, festiva y solemne.
El público llegaba muy temprano vestido de fiesta para presenciar la llegada de las personalidades esto tendía además a impresionar a los forasteros. En la Orkestra se veía la ostentación del oro ganando con los tributos, y los hijos de los hombres caídos por la patria hacían su desfile. Luego se iniciaba la representación de una de las obras concursantes la cual, comentada por danzas y música, y con pausas para la refección de los espectadores, duraba un día entero, hasta el ocaso.
El premio al ganador era un corona de laurel y un trípode de bronce.
Silvio D´AMICO: HISTORIA DEL TEATRO UNIVERSAL

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